Cultura o muralismo

Rodrigo Contero Peñafiel
Rodrigo Contero Peñafiel

En la Plaza República se hacen los preparativos en la pared oriental del edificio de la Prefectura, ubicado en el Centro Histórico de Quito, para festejar el bicentenario de la Batalla de Pichincha. Allí, el artista quiteño Pavel Égüez —quien ha sido beneficiado con varios contratos en el gobierno de la revolución ciudadana— elaborará un mural de más de 500 metros cuadrados y 480.000 dólares de precio. El proceso de contratación se ha iniciado en noviembre del año pasado; lo mismo sucede con las ordenanzas para el pago de tres peajes a ser ubicados en la vía Calacalí-Rio Blanco y el impuesto a la matriculación vehicular en Pichincha aprobados reservadamente.

Debajo de esta plaza existe un teatro polivalente construido hace más de cuatro décadas y que se encuentra en total abandono y descuido, lleno de grafitis y fuerte olor a excremento. Las ofertas de restauración no han faltado en una obra inconclusa que sirve de bodega para guardar muebles viejos, desperdicios y cuanta basura produce el Consejo Provincial, y donde los roedores han hecho su hábitat, ¿por qué no se preocupan en arreglarlo luego de tanto tiempo en el abandono?

El teatro es una réplica del George Pompidou de París y podría albergar 1.000 espectadores cómodamente sentados. Dispone de espacio suficiente para la instalación de equipos e instrumentos musicales de categoría, cuenta con ambientes para cafeterías, almacenes, venta de artesanías y parqueaderos. Muchos intentos de alianzas estratégicas, convenios y más ofrecimientos de campaña han realizado las autoridades de turno a través de los años. Datos de prensa dicen que se han mantenido conversaciones con el Ministerio de Cultura y el BIESS, entre otras instituciones, para terminar su construcción, equipamiento y funcionamiento.

Se ha convocado a concursos para el diseño de la Plaza República y hubo ganadores, pero el teatro sigue relegado, esperando los cronogramas de reconstrucción que nunca llegan, promesas, ofrecimientos, inoperancia y un local convertido en basurero y letrina es lo único que se puede apreciar. ¿Será prioritario hacer un cuestionado mural o impulsar la cultura concluyendo y equipando un teatro abandonado?