Culpables de lo que hay, de lo que pudiera haber

Alejandro Querejeta Barceló
Alejandro Querejeta Barceló

Una reciente sentencia judicial, pareciera ser el primer aviso de que ese otro poder del Estado acaba de decidirse por abrazar, por primera vez en mucho tiempo, lo que al respecto y con contundencia han establecido las veintitantas cartas constitucionales que hemos tenido. El abrazo y el llanto de esos policías injustamente encarcelados, en virtud del afán de Correa de forjarse un “pedigrí heroico”, apuntan en esa dirección.

Castro tuvo el suyo y Chávez también. El primero con su alzamiento contra un dictador y su “lucha antiimperialista”; el segundo por su intento de derrocar un gobierno legalmente constituido, pero “servil al imperio”. Correa se decantó por el papel de mártir de una oscura conspiración policial. Sin embargo, a ninguno de los tres “la historia los absolverá”, por mucho esfuerzo que hagan sus coautores y seguidores.

 Hay quien afirma que, a un lado de lo peor de la humanidad, se encontrará también lo mejor. Lo dispuesto por el tribunal que liberó a los policías, declarándolos inocentes de los hechos del 30 de septiembre del 2010, se ubica en el segundo grupo.  Sin embargo, a nuestras cortes les queda por delante una deuda enorme: tendrán que escoger entre la justicia y lo resuelto en un estado de odio y miedo.

Esa histórica sentencia judicial hizo saltar las alarmas. Pero se han olvidado los jueces, abogados y la Fiscalía de los cómplices, culpables de lo que hay, de lo que pudiera haber. La salida de la crisis judicial aún se ve, de hecho, cogida con pinzas. El tiempo, aunque lento, hace posible lo imposible. Cuando todo se tambalea, lo habitual es mirarse por dentro y buscar inspiración.

El Poder Judicial ha vivido épocas en las que vio, con los brazos cruzados, la destrucción de las instituciones y acompañó opciones totalitarias, así como la supresión de libertades públicas. Eso sí, el cambio llega en un momento crítico. Los seguidores del trío de “tigres de papel” mencionados, aún conservan importantes espacios de poder y capacidad de manipulación mediática, con fuertes arrestos de soberbia.

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