Crónica de otro error anunciado

Los desaciertos del gobierno y la justicia son constantes. No solo los habeas corpus que beneficiaron a conocidos delincuentes de la política —el exvicepresidente Glas—, sino a líderes del hampa —Junior— o extranjeros narcotraficantes, favorecidos por la acción de una justicia venal —no penal— que les posibilitó su libertad.

Súmele los desastres ocasionados por las lluvias y otros fenómenos en Cañar, Azuay, Los Ríos, Esmeraldas y Pichincha, los frecuentes motines carcelarios y atentados en varias provincias (el coche bomba cerca de la Roca) y bombas panfletarias amenazando al ministro del interior, Patricio Carrillo, que obligaron al régimen a extremar esfuerzos, sin resultado.

Se añade la providencia del presidente de la Corte Nacional de Justicia, Iván Saquicela (recién un año después de su posesión), pidiendo la extradición de Correa, prófugo en Bélgica desde 2017. La metida de mano en la justicia del exmandatario hizo el resto. Apenas enterado, el abogado de Correa en Bélgica, Christoph Marchand (también defiende al impresentable autonomista catalán Carles Puigdemont), anunciaba que Bélgica le concedió protección.

¿Asilo o refugio? ¿por qué se otorga? Su vínculo matrimonial con súbdita belga, una persecución política (tesis de Correa, el lawfare) o como refugiado, categoría conferida a los que huyen de un conflicto armado o a la usanza europea, para proteger al individuo. El refugio permite a Correa intervenir en la política ecuatoriana.

Al margen de que el reino de Bélgica notifique o no al Estado ecuatoriano (es su potestad), es otro golpe a la credibilidad del gobierno de Lasso y la función judicial (cuya aprobación no pasa del 10%), en lo que parece una cortina de humo de Saquicela ante los desatinos provocados por el abuso del recurso de habeas corpus: a los Bucaram, Glas, Junior y “el holandés”.

Pensando maliciosamente, mejor que Glas siga libre (y huya por las permeables fronteras a disfrutar el dinero mal habido) y le otorguen refugio a Correa. Al gobierno, después de tantos errores, lo peor que le pasaría es que la justicia belga o la Interpol capturen al expresidente donde esté (como en México, donde puso condiciones al asambleísta Lucero, de Pachakutik).

Mejor Correa lejos (en sus redes sociales hace menos daño que como presidente) que en la tarima. Ratificaría, como dijo el expresidente Lucio Gutiérrez, que “Lasso está trabajando para que Correa regrese al poder. Es la segunda etapa del pacto con el correísmo”. ¿Alguien del gobierno lo puede desmentir?