Crimen organizado

La inseguridad es la principal causa de preocupación de los ecuatorianos. Las masacres en las cárceles, la escalada de manifestaciones de terrorismo urbano, las prácticas delincuenciales alrededor del negocio de la droga no son las causas de lo que ocurre a diario, más bien son consecuencias que tienen su origen, en quienes debían extinguirlas en su debido momento. Los responsables o, mejor dicho, irresponsables, hicieron poco o, incluso, llegaron a subestimar los gérmenes de lo que ahora observamos y que con miedo nos resistimos a creer que está sucediendo. Lo que ocurre hoy tiene una larga cola que debía salir, por tanto, no se gestó de la noche a la mañana.

A la vuelta de la esquina tenemos un ejemplo de lo que puede llegar a ser la realidad cuando el crimen organizado se infiltra hasta en el más mínimo rescoldo de la vida en sociedad. Colombia tiene mucho que contar y México, más aún. Las mafias dejaron de ser nacionales, pues están conectadas con las mismas dinámicas de la globalización; es decir, integran redes, operan con sistemas de gestión y telecomunicaciones cada vez más avanzados, configuran niveles de gobierno multinacional y responden a estructuras con universos simbólicos que viajan como franquicias y se tropicalizan sin ninguna dificultad en donde se incrustan. Es un enemigo con grandes tentáculos, financiamiento, infraestructura y cuentan con aliados en donde están. Lo graves es que pueden llegar a controlar las instituciones del Estado.

Un problema de esta magnitud dejó de ser, únicamente, competencia del Estado, en el sentido de involucrar a todas las funciones. Lamentablemente, nos envuelve a todos desde un nivel preventivo, proactivo y disuasivo. En esa orientación, el combate a la inseguridad debe convertirse en un acuerdo nacional, en donde las banderas partidistas queden por fuera, pues la vida está en juego y eso supera cualquier catecismo ideológico. El crimen organizado nos pone a prueba como sociedad, en un juego que no podemos perder. Aquí no hay vuelta atrás. Entonces, más reflexión y acción juntas con generosidad, inteligencia y estrategia.