Corso del carnaval quiteño

Sara Serrano Albuja

“Una chiquilla había sido cercada y sobre ella caía agua a raudales. Uno por uno iban saliendo hombres y mujeres de las casas. Entonces comenzaban las persecuciones balde u olla en mano. El gusto era ‘estilarse’ completamente, chorreando el agua por todas las ropas”. El librero y escritor  Édgar Freire Rubio describe en esta pintoresca escena de su texto ‘Carnaval’ cómo se vivía hace algunos años la sana alegría carnavalera quiteña; hoy, la conciencia ecológica de cuidar el agua nos convoca a modos diferentes de festejar el carnaval y a poner en valor otras tradiciones. El Corso del Carnaval Quiteño, que permaneció dormido por décadas, se está despertando y fortaleciendo cada año gracias a la iniciativa ciudadana de los vecinos del Centro Histórico de Quito que han retomado aquella celebración y la lideran con gran entusiasmo.

Fueron cinco los barrios que se unieron en el 2014 para recuperar al tradicional corso que se realizó hasta los años 60.  El actual Corso del Carnaval Quiteño incluye desfiles, disfraces, presentaciones artísticas y constituye un soporte para la reactivación económica del Centro Histórico de Quito golpeado aún por los efectos de la pandemia, los paros vandálicos y la peatonalización antitécnica. Esta fiesta mestiza convoca a quiteños y visitantes a vivir un carnaval con presencia y alegría en nuestra joya histórica. Johnny Núñez, Monserrat Cevallos, Fabiola Jara, quien lidera a grupos de danza de adultos mayores, son los pioneros líderes ciudadanos carnavaleros.

El evento culminante del Corso será el desfile del lunes en el Centro Histórico de Quito, el más bello y grande de América. Un buen momento de recreación para despejarnos de la politiquería y su fraude y para retomar fuerzas y reafirmarnos en la convicción de que es la  ciudadanía de Quito la que trabaja por su ciudad amada; luego recibiremos al miércoles de ceniza, tal cual la pluma de Edgar Freire lo susurra: “El miércoles madrugaremos a la escuela y en el camino entraremos a alguna iglesia en donde el cura nos recordará que “somos polvo y en polvo nos convertiremos”.

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