Corrupción y prófugos

Kléber Mantilla Cisneros

La retórica política pretende un juicio fiscalizador al primer mandatario que parece que no llegará. No se puede negar la situación de impunidad absoluta a todo nivel en el país. Los casos de Jorge Glas, María de los Ángeles Duarte, Alexis Mera, Pablo Romero, Junior Roldán y Rafael Correa, entre otros, quienes están en libertad y no han devuelto un centavo, por los delitos de lo que se los acusa, son una muestra del colapso del sistema de justicia vigente. Si bien no se trata de una línea ideológica marcada como de ‘persecución’, como argumentan algunos grupos, cabe añadir a Hernán Luque Lecaro y los exgerentes de Petroecuador para plasmar un solo retrato. En fila son investigados por corrupción en los Estados Unidos. La evidencia de que el aparato de justicia ecuatoriano no funciona.

En un panorama de impunidad preocupante, al menos el periodismo de investigación requiere de libertad completa para informar en una sociedad que busca vivir en democracia y pretende la repatriación de delincuentes a nuestras cárceles. El caso Sinohydro, que involucra a la familia del expresidente Lenin Moreno y 37 personas, ejemplifica la dinámica del soborno y las coimas en la gestión pública, pero también de la complicidad de un sistema social y de justicia obsoletos.

La Fiscalía aún investiga la ruta del dinero ilegal pero ha pedido que el periodismo no exponga los detalles y documentos de un proceso judicial paradigmático en la historia contemporánea. Esto por una normativa establecida en el Código Penal que prohíbe  la difusión de ‘información reservada’. Sin duda, la construcción de la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair y la negociación de una obra llena de inconsistencias afecta a todos los ciudadanos —fuimos víctimas de un saqueo de fondos públicos inconmensurable—. Por ello la importancia de reformar leyes censuradoras ante la mirada de la opinión pública. Resulta insólito que un periodista tenga que pagar tres años de cárcel por publicar detalles de un caso emblemático y hegemónico de la corrupción reinante.

Las triquiñuelas políticas y la ineptitud en la gobernanza de los poderes del Estado han ocasionado un escape masivo de prófugos, ladrones y narcotraficantes. No solo hay que cambiar, reformar y elaborar leyes en un nuevo Parlamento, sino refundar un país soberano. La nación está atorada por la mediocridad, la corrupción y los efectos devastadores del clima. Hace falta una Constitución Política que sea pensada en las necesidades actuales e inaugure una República garantista de libertades.

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