Contradicciones

Habrá quienes recuerden el poema ‘Hombres necios’ de Sor Juana Inés de la Cruz. La mexicana lo escribió en el siglo XVII; y sin duda fue una mujer adelantada para su época. Ya desde entonces, y desde su condición de persona de fe, señalaba al hombre como censurador y agitador del género femenino. Para quienes no hayan leído dicho texto, les comparto sus dos primeras estrofas: “Hombres necios que acusáis/ a la mujer sin razón, / sin ver que sois la ocasión/ de lo mismo que culpáis: /si con ansia sin igual / solicitáis su desdén, / ¿por qué queréis que obren bien / si las incitáis al mal?”.

La poeta hacía énfasis, de acuerdo con su tiempo, en que el hombre, por un lado, veneraba o anhelaba a la mujer inmaculada, pero por otro, buscaba fuera del matrimonio la perversión. La esposa y su imagen perfecta, educada, callada y prudente. La amante atrevida, desinhibida y a la sombra. Un debate similar al que luego se conocería como: ángel del hogar versus ‘femme fatale’. Un enclave que no deja de dividirse entre opiniones que llegan a ser contradictorias. ¿Qué se espera de la mujer en sus distintos roles?

Siglos después, en el XIX, aparecerán figuras como la de Concepción Arenal, pensadora, escritora y pionera del feminismo español (al igual que Emilia Pardo Bazán) que sacarán a relucir otras contradicciones que encasillarían a nuestro género. En su ensayo ‘La mujer del porvenir’, la autora reclamaba que una mujer pueda ser la madre de Dios, pero que no tuviera potestad para convertirse en sacerdotisa y guiar a la Iglesia. Que pueda ser monarca, pero que no pueda ocupar un cargo directivo en una empresa pública o privada. Contradicciones que la autora acusaba como de falta de razón y justicia.

Seguramente hoy en día, mujeres como Sor Juana y Concepción estarían orgullosas de los pasos caminados por el género femenino. Sin embargo, las contradicciones siguen. La mujer debe atender a los hijos, velar por el bienestar y funcionamiento del hogar, pero recibe remuneraciones salariales inferiores que un hombre. La mujer es mal vista cuando pide permiso para ausentarse de horas laborales para asistir a compromisos académicos o de salud de sus hijos. ¿Y al hombre? ¡Ah! Es que ellos no se encargan de esos trámites, aunque los hijos sean de ambos.

En ciertos contextos, las mujeres ocupan puestos de trabajo por llenar plazas y cumplir con porcentajes mínimos requeridos para decir que son empresas inclusivas. Pero no llegan a ejercerlos por sus capacidades o talento.

Estas contradicciones todavía están por resolverse.