Clasismo y elitismo

Eduardo F. Naranjo C.

La humanidad, a pesar de sus siglos de existencia, no logra justificarse como la especie  viva más inteligente. El sectarismo de creencias retorcidas no encajan con la igualdad propuesta en la ONU como promesa póstuma a dos guerras mundiales.

El ‘elitismo’ y ‘clasismo’ de algunos y algunas abruma, cuando la historia evidencia que la mayoría del conocimiento lo aportó la gente común. Sin embargo, hay lugares donde prevalecen actitudes elitistas y de clase que miran al resto como extrañamente diferentes, incluyendo el racismo.

Todos los países del planeta soportan esta lacra, donde ciertos riquillos se creen con derechos divinos para vetar la presencia al ‘extraño’ en lugares exclusivos, como universidades, colegios, clubes, etc. creando y fomentando el crecimiento de los males que luego les asustan.

La visión de López Obrador tratando de mejorar su sociedad es explicable. Ahí se mantienen  ideas clasistas por riquezas de oscuros orígenes y otras que se consideran líneas de sangre real, aberrantes actitudes elitistas introducidas por viejas  creencias sin justificación alguna que no sea sus oportunidades en la turbulencia histórica.

La única élite válida que podría mirar de reojo al otro es la de los intelectuales, encabezados por los científicos; sin embargo, rarísima vez puede apreciarse en ellos actitudes de menosprecio para el resto. Al contrario, exhiben tolerancia hacia el ignorante.

En esta sociedad líquida todo es ‘alta gama’, reflejo de lo vacuo de la presunción humana de creerse diferentes, fruto del ‘mercado abierto’ por quienes hicieron que el incremento del consumo multiplique sus fortunas, sin importar consecuencias sociales y ambientales así como el deterioro de la convivencia, llevándonos al crimen sin castigo y a que los “desfavorecidos del mercado” asuman ofertas políticas que no resolverán sus desgracias.