Ciudadanía de buena voluntad

Ya lo dijimos cuando comentábamos los lamentables incidentes de octubre de 2019: nos estamos olvidando de formar en los establecimientos educativos a los buenos ciudadanos; se pretende que al concluir los estudios, sea de bachillerato o de la universidad, salgan personas doctas, que manejen el lenguaje y las matemáticas, que se especialicen en tal o cual disciplina, pero dejamos de lado lo más importante, el que también del sistema de educación deben egresar buenos ciudadanos.

¿Y qué entender por buenos ciudadanos? Aquellos que manifiesten amor por su país, respeto por la convivencia pacífica, respeto por la diversidad, preocupación por la buena marcha de su comunidad, ciudad, nación. Todo ello no se consigue de la noche a la mañana. Implica que se razone y se piense en aquello que parece una entelequia, pero que es tan importante: “el bien común”.

Por ello no puedo pensar en ser un buen ciudadano si destruyo los bienes públicos, los parques, los edificios, las plazas adoquinadas, el equipamiento urbano. Tampoco el buen ciudadano penetra a mansalva en la propiedad privada, llámense estas casas, plantaciones productivas, pozos petroleros, etc.

¿Saca algo el país con esa destrucción? No pensamos en que luego habrá que hacer reparaciones y esos dineros saldrán necesariamente de los fondos públicos, por lo que aquellos impuestos que pagamos todos, en lugar de ir a solucionar problemas, a financiar temas como educación y salud, se tienen que destinar a la reparación de la obra pública.

Otro aspecto en el que invito a reflexionar es el irreparable daño que se hace a la imagen del país, a la pérdida de competitividad exportadora, a la cantidad de productos que se pierden por no poder llegar a los mercados de consumo nacional e internacional. Vemos la leche regada y perdida, a las flores y vegetales que se pudren en los transportes detenidos y a veces inutilizados.

¿Consigue algo el Ecuador? ¿Qué pasa con el futuro de los mismos ecuatorianos que protestan? No verán que aumenten las fuentes de trabajo, las oportunidades, porque el efecto de los paros, de las tomas de carreteras, de los atentados contra bienes públicos y privados, serán siempre negativos.