Es muy probable que, este domingo 4 de septiembre, votantes chilenos eviten una nueva estampida migratoria en Sudamérica. Las encuestas, incluidas las de la coalición gubernamental, pronostican que ganaría el “rechazo” a la Constitución elaborada por la mayoría paritaria de constituyentes de Gabriel Boric.
El proyecto que será plebiscitado este domingo prendió alarmas en actores económicos y sociales internos y externos, derivadas en escaladas cambiarias, inflacionarias y tensiones. No pocos esperan resultados con motivaciones migratorias, si inciden los denominados indecisos.
Sin embargo, la tendencia negativa a la aprobación parecería ser sólida, porque, al inicio de esta semana, reflejó “El Mercurio”, en su portada que el “índice de incertidumbre económica retrocedió 19%, registrando un valor de 360 puntos”.
El proceso constituyente determinó el progresivo encarecimiento de la canasta básica, progresiva devaluación del peso chileno, alimentó intenciones migratorias, por la inclusión de normativas contrarias a la seguridad de inversiones, al empleo, lo que también prendió alarmas en casi un millón de migrantes venezolanos, que abandonaron su patria por similares razones. Pasea el fantasma de cierre de empresas, de desempleo; también, porque se proyecta establecer innumerables subsidios, no compatibles con la cultura económica chilena.
El proyecto de Constitución es consecuencia del estallido social de octubre de 2019 y de casi el 70% de votantes que establecieron la Constituyente paritaria, cuya mayoría bregó por “robustecer” las cartas políticas vigentes en Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia, lo que debilitó el apoyo; además, desde su interior, afloró la antiética en aquella lucha, generalmente incompatible con la progresista practicidad chilena.
Es que rebrotó el rostro y torso desnudo de Rodrigo Rojas Vale, quien, en octubre de 2019, también enarboló carteles, exponiendo que había vendido todos sus bienes para pagar su presunto tratamiento oncológico.
El voto popular favoreció a Rojas Vale para integrar la Constituyente, en la que actuó como uno de sus vicepresidentes; sin embargo, cercado por la realidad, él mismo desvaneció su embustera patología; confesó su fraude, que salpicó a la mayoría constituyente.
Esa trampa, mentira, engaño, estafa pública de Rojas Vale, recordó situaciones semejantes de asambleístas ecuatorianos elegidos, pese a tener glosas, cuentas con la Justicia. En las 178 páginas, 388 artículos y 57 disposiciones transitorias del proyecto constitucional, se propone que Chile sea un Estado plurinacional y reconozca sistemas jurídicos indígenas “coordinados en plano de igualdad con el Sistema Nacional de Justicia”.
La mayoría de chilenos considera que la plurinacionalidad y los paralelos sistemas jurídicos sugieren establecer procesos secesionistas, destrucción de la integridad, de la unidad territorial chilena. Otra gran preocupación: el gobierno pospuso su iniciativa de reforma previsional, “hasta después del plebiscito, por elevada incertidumbre política”.
El eventual resultado negativo del referendo tendría consecuencias en el espectro político sudamericano, donde similares movimientos, a los de Boric, pujan por establecer, en diferentes países, la absoluta regencia del Estado (gobierno) sobre la dinamia económica y social.