Ceguera y necedad

Las familias ecuatorianas, de toda condición, aspiran a salud, paz y trabajo. Sin embargo, para el próximo 19 de enero las centrales sindicales y otras organizaciones sociales anuncian acciones públicas, tal vez violentas, que alterarán la tranquilidad pública, por más justos que sean sus reclamos. Argumentan que no están de acuerdo con las medidas ‘neoliberales’ del gobierno y que tienen sus propios planes y proyectos de leyes. Olvidan aspectos fundamentales: que vivimos en plena pandemia, debiéndose evitar aglomeraciones o, lo grave, enfrentamientos; que el pueblo ecuatoriano escogió como presidente a Lasso y su plan de gobierno; que cualquier proceder en contrario es antidemocrático; y que la situación de crisis fiscal, endeudamiento, desempleo y corrupción es herencia de los últimos gobiernos, que oportunamente no los condenaron.

La oposición más cerrada es a la introducción de reformas al sistema laboral. El Código del Trabajo, vigente desde 1938, no es de piedra. El mundo ha cambiado, la economía y el desarrollo de los países son diferentes  a los de hace 82 años. Desde luego no se debe afectar a los derechos de los actuales trabajadores, pero se debe pensar en los desempleados. Entonces se requiere facilidades a los empresarios para que contraten más trabajadores, flexibilizar las normas laborales, fijar indemnizaciones posibles a los posibles nuevos trabajadores, lo que daría oportunidad para inversiones extranjeras y nacionales, de pequeño, mediano y grandes alcances. Se habla de precarizar situaciones laborales que todavía no existen, que neciamente declaran serán inseguras o de poca calidad.

Desde luego debería haber diálogo, propuestas, en base a estudios económicos, técnicos. Las peticiones deben ser formuladas atendiendo la realidad mundial y ecuatoriana. No olvidar que nuestra fuente de ingresos casi exclusivamente es el petróleo. El mundo avanza a pasos acelerados, ni siquiera sabemos si los actuales empleos subsistirán debido al avance de la tecnología, de la inteligencia artificial. Debemos ver el futuro ya presente sin anteojeras ideológicas ya superadas.