Carreteras

Con el verano y las vacunas, la gente se movió en toda dirección. En este andar se observaron detalles; las redes viales que se hicieron o completaron en el primer decenio no avanzaron y, por el contrario, se nota abandono, lo que incrementa el riesgo y desanima el turismo.

La recuperación después de la Segunda Guerra Mundial movió a Eisenhower a desarrollar una amplia red de autopistas en todo Estados Unidos; creó numerosos puestos de trabajo. Biden retomó la idea y obtuvo el presupuesto para reparar e innovar el sistema de rutas, con el fin de generar puestos de trabajo. Aquí sería preciso que el gobierno invierta en mantenimiento, mejora y creación de rutas que aporten a productores y al turismo nacional e internacional. Es posible con préstamos, que en el corto plazo serían redituables.

No hay explicación hasta hoy de por qué la ruta E20, Quito – Esmeraldas, tiene desde hace años tramos inconclusos y de riesgo. Se requieren 4 carriles por el alto tránsito comercial y el turismo. La E45, troncal amazónica, tiene muchos puntos de peligro. Es una ruta donde los deslaves son potenciales en cuanto las lluvias regresen. Avanza un tramo cortando montañas de la tercera cordillera, cruza amenazantes paredes verticales y mantiene un intenso tránsito en ambas direcciones.

Quizá parte de los mil millones “obsequiados” puedan aplicarse a estas obras que mejorarían la economía local y nacional, generando trabajo, a la vez que corregirían el sistema defectuoso y con extraños abandonos que se ve en algunas regiones, como las mencionadas.

Ciertamente tenemos muchas necesidades, pero la conectividad terrestre es vital. Torna al país accesible y seguro, y permite el libre flujo de personas y mercancías internamente, como hacia y desde el exterior. Por eso puentes y carreteras deben ser construidos con los mejores estándares y con estudios técnicos previos; para que el dinero de los contribuyentes no se pierda en destinos desconocidos.