El oficio de informar

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La historia del periodismo ha tenido sus altos y sus bajos. En el Ecuador durante muchos años los periódicos tenían tiradas exiguas, por la escasa cantidad de lectores y por la pobreza generalizada, por eso hasta mediados del siglo XX alcanzaron gran difusión las hojas volantes con contenidos políticos.
Los diarios adquieren mayor influencia con el crecimiento de la clase media, ávida de información de todo tipo, sobre todo económica y política, con el tiempo se añadirá la deportiva y de entretenimiento.
En los últimos cuarenta años el Ecuador ha sido regido por diversos gobiernos, unos respetuosos de la libre expresión, otros enemigos de ella; hemos visto campañas sucias contra ciertos periódicos y convertir a otros en palaciegos, condenar a periodistas por su opinión y premiar a los áulicos. Sin olvidar las negativas consecuencias de la pandemia y de la violencia revolucionaria.
El poder de manipulación de los medios es casi omnímodo, basta escoger ciertas palabras para dirigir la opinión hacia la simpatía, o al contrario. Vaya un ejemplo real: un redactor de noticias llamó “Paro nacional” a las violentas manifestaciones de un grupo de ciudadanos el pasado junio, con ello no solo señalaba una opción política sino que desorienta a los investigadores del futuro (cualquier lector atento de obras históricas, si es que existe tal espécimen, habrá notado que los investigadores suelen dar crédito a las fuentes que avalan su visión del pasado). Todos sabemos que el mayor deporte nacional es la queja sobre lo mal que anda nuestro país, los periódicos se llenan de diatribas contra uno solo de los responsables con olvido culpable de los otros; como si en esta Ínsula Barataria solo existiera un poder.
La capacidad de desorientar a los ciudadanos es enorme, ya con manipulación de los textos, ya con silencios interesados, ya con énfasis tendenciosos; en medios de prestigio internacional se ha visto colocar un encabezado que contradice a la información del texto, así también unir dos documentos diferentes para probar la culpabilidad de alguien.