Carlos Freile
No solo crímenes sino escándalos que debieron ocupar las primeras páginas de los principales periódicos del mundo y abrir con énfasis los noticiarios, pero que fueron sistemáticamente silenciados por la policía, los jueces y los medios. En nuestro país nada o casi se ha sabido de ellos. Me refiero a las violaciones de miles de niñas blancas de estratos populares por parte de pandillas de musulmanes en Inglaterra, perpetradas durante años. Los detalles son espeluznantes, pero tal vez golpea más el silencio encubridor de las autoridades. Solo en Rotherham fueron ultrajadas 1.400 niñas entre 1997 y 2013. Y luego del hecho eran explotadas en redes de prostitución.
No entraré en detalles sórdidos, pero me permito citar un caso extremo: un grupo de paquistaníes violó a una menor, la mató, despedazó el cadáver y cocinó un plato típico, “kebab”, para cenar en un restaurante; parece película de terror de tercera categoría, pero es la dolorosa realidad. Pero no termina ahí: los acusados fueron absueltos y recibieron compensaciones monetarias altísimas; imaginemos el estado anímico de los familiares de la niña.
Durante años la policía se negó a intervenir por el miedo a ser acusada de racismo, xenofobia o islamofobia, lo mismo dígase de los jueces, comenzando por los fiscales, encargados de las acusaciones; todos miraban para otro lado. Y cuando algún padre o la misma víctima ponía una denuncia no pasaba nada, no, digo mal, la reacción era infame: hace poco tiempo una jovencita denunció el hecho y una alta funcionaria le aconsejó que no dijera nada “por respeto a la diversidad”. Vomitivo.
Los delincuentes para cometer sus crímenes daban (dan) alcohol y drogas a las niñas; sucedía (sucede) que alguna de ellas pedía (pide) ayuda a un policía, este la llevaba (lleva) a la comisaría por deambular borracha. En numerosas ocasiones los depravados que han ido a la cárcel a los pocos días ya estaban en la calle con una advertencia como única pena.
El escándalo ha estallado porque dos celebridades, Elon Musk y J. K. Rowling han expresado su ira contra los cómplices y encubridores de tamaños delitos y han denunciado el sistemático silenciamiento de los hechos para “evitar tensiones raciales”.
El periodista español Santiago Navajas informa: “En Reino Unido se habla de la «policía de dos niveles«, debido a que la policía británica se puede presentar en tu casa para detenerte por un tuit que consideran islamófobo, pero mira hacia otro lado mientras los delitos son cometidos por musulmanes y otras minorías con licencia mediática para cometer crímenes”.
Un expolicía ha resumido el motivo de la inactividad de los altos mandos: están “más preocupados por cumplir con las agendas políticas que por buscar justicia para las víctimas”.
Me permito resaltar el silencio de los medios, sobre todo de los más influyentes a nivel mundial, y de los colectivos feministas. ¿Por qué callan? ¿Y si esos delitos fueran cometidos por miembros de otras comunidades, callarían también? ¿Qué razones les mueven a acusar de ultraderechistas a quienes denuncian estas barbaridades?