Cambió y no se dieron cuenta

Con la propuesta de Ley de  Medios, presentada por el Ejecutivo, tenemos una acción de “recojamos todo y botemos al tacho de basura, lo bueno con lo malo”. Nada sirve, nada es útil. Esto difiere diametralmente con el lema del gobierno de ser dialogante y de consenso.

La Ley de Comunicación actual fue modificada y tiene errores que deben ser corregidos, pero no por ello deben descartarse los artículos que protegen a los usuarios y a las audiencias, ni los que garantizan derechos de comunicación que no atañen exclusivamente al periodismo.

Allí está el punto caliente de la Ley: se la sigue viendo como si los únicos que hacen comunicación fueran los periodistas y los medios de comunicación, y como si apenas la comunicación periodística de los medios tradicionales sirviese. ¿Y el ciberperiodismo? ¿Y la producción nacional? ¿Y los proyectos convergentes entre pantallas y la narrativa expandida para educación y de corte social?

Con este proyecto no retrocedemos diez años, sino que parecería que salimos de la Junta Militar y estamos derogando la Ley de Radiodifusión, que solo contemplaba radio, televisión y prensa. El mundo cambió y lo digital también debe ser parte de la normativa, pues, como sucede en Europa, las grandes multinacionales informáticas deben pagar y tener responsabilidad ante los usuarios y gobiernos.

Como siempre, los audiovisuales se mueven para que no les quiten el famoso artículo de la publicidad y puedan seguir produciendo comerciales y sentirse directores de cine arte. ¿Dónde está la serie nacional que nos represente?

Igualmente, a los canales de tv y las empresas de periodismo: ¿dónde están las producciones más allá de sus pantallas y de sus páginas, que estén acorde con la demanda de la población y los nuevos usuarios? No conocen a los usuarios, por eso es que se van a las plataformas; allí sí saben quiénes son y qué quieren.

Con esta reforma volvemos a tener medios de fin de siglo y una comunicación pensada desde la masificación, cuando la realidad es digital y de micropúblicos especializados. La economía cambió y no se han dado cuenta.

El futuro de los medios no radica en la Ley, sino en el modelo económico, en estos nuevos hábitos y consumos de los usuarios activos, de las audiencias participativas.