Cables y más cables

Las ciudades necesitan del compromiso de todos. Es una verdad que no requiere mayores explicaciones, pero, por supuesto, el compromiso mayor deben tenerlo las autoridades, tanto las elegidas como las designadas.

En esta oportunidad quiero referirme a lo que ocurre en buena parte de la ciudad capital de los ecuatorianos, la hermosa Quito, afeada por una cantidad enorme de cables que la cruzan en sus calles, avenidas, por encima de las casas, enredándose en los árboles, con colgajos pendientes que hasta chocan con los vehículos cuando estos cruzan por las vías.

Pienso en el ejemplo que hace décadas dio mi natal Cuenca, cuando salió una ordenanza municipal, hace ya algunas décadas, regulando la ubicación de la publicidad; se prohibió hacerla en forma de bandera, pudiendo, previa autorización, colocarla solo de manera adosada a las casas y a los edificios. No fue fácil, la gente tuvo que acostumbrarse y desde luego beneficiarse de la imagen de la ciudad, sobre todo en el centro histórico y zonas aledañas, con la capacidad de mirar a un horizonte limpio.

Luego llegó el turno de los cables. Se empezó por un trabajo de soterramiento en todas las calles de la ciudad. Eso significó molestias, zanjas, lodo y polvo, pero llegó la hora en la que también el horizonte se vio limpio de los molestos y hasta peligrosos cables, que afean la ciudad. De tal manera que es maravilloso mirar una ciudad en la que pueden apreciarse los edificios sin esas marañas de cables.

No voy mucho por Cuenca, pero espero que esas buenas prácticas se hayan mantenido.

En cambio, vivo en Quito y sufro cada día por la incuria en que ha caído la ciudad, el tema de los cables parecía que iba a solucionarse en sectores como los de Bellavista, con más de dos años de apertura de las vías, que han quedado despedazadas sin que se avizore cuándo tendrá fin esa abertura obstinada de veredas y de vías. Además, cuando de pronto aparecen trabajadores y se les inquiere por lo que está ocurriendo, manifiestan que soterrarán solo los cables de la empresa eléctrica, con lo que no se consigue gran cosa. Entiendo que buena parte de los cables son de las compañías que proveen de internet y canales de televisión y cuyos cables quedan sueltos de una manera absurda.

¿Para qué se hizo todo el trabajo que he mencionado, si la imagen de los barrios queda igual o peor que antes de la intervención? ¿No será hora de que el sentido común se haga presente y se obligue a los proveedores de servicios a que los trabajos sean profesionales y que contribuyan al ornato de la ciudad?