Buenas prácticas

La sociedad del siglo XXI es una sociedad sumamente violenta. No lo digo exclusivamente por los más de 10 días de cruda guerra tras la invasión de Rusia a Ucrania; hasta ahora el saldo de muertos es incuantificable, las ciudades destruidas y poblaciones de ambas naciones devastadas. Se estima que al menos 1.5 millón de ucranianos han tenido que abandonar su país y 1 millón de personas estarían desplazados dentro del territorio.

El feriado de carnaval terminó con la noticia de una nueva violación múltiple, esta vez en Palermo, Argentina. Una joven fue atacada por otros seis jóvenes que la encierran en un auto para cometer su brutal agresión sexual. Y este fin de semana las imágenes aterradoras de patadas, robos y matanza entre hinchas al finalizar un partido de fútbol disputado entre el Querétaro y Atlas, en México.

Parece que es momento de redefinir la estructura de nuestra sociedad y, en ese sentido, el rol de hombres y mujeres como actores de convivencia pacífica. Si queremos una sociedad menos violenta, tenemos que cambiar la fórmula del poder y eso se hace desde todos los espacios.

Las buenas prácticas deben iniciar en primer lugar, en el espacio doméstico. Y, después, recordar que la igualdad en la vida pública, no puede enfocarse sólo en la representación política y las leyes paritarias. Ahí los gremios cumplen un rol fundamental. Esta semana participé en un foro para analizar cómo generar políticas con perspectiva de género; hablamos sobre el Poder Legislativo y la Empresa Ecuatoriana. Los datos sobre la poca presencia de mujeres en cargos directivos de empresas en el país son alarmantes; apenas 3 de cada 10 puestos directivos están ocupados por mujeres. Y por eso promueven iniciativas muy valiosas, como la de “Sello Empresa Segura libre de violencia y discriminación contra las mujeres”.

Menciono otro esfuerzo importante, esta vez desde un gremio de medicina, la Sociedad Ecuatoriana de Endocrinología —una organización que agrupa a profesionales de la salud desde hace más de tres décadas— organiza un conversatorio que cuenta exclusivamente con expositoras mujeres. Es la primera vez que dicha organización está presidida por una mujer, quien promueve la visibilización de las doctoras y científicas del gremio, que cuenta con el apoyo de sus colegas varones.

Se preguntarán los lectores cómo estas iniciativas que menciono constituyen un aporte para erradicar una cultura de violencia. Hay que eliminar las prácticas violentas y discriminatorias en los espacios más cotidianos para consolidar una cultura de paz y democracia. En una sociedad desigual eso no es posible, con la discriminación de cualquier tipo y, por ejemplo, la perpetuada hacia la mujer, perdemos todos.

Esta semana se conmemora el Día de la Mujer y les invito a celebrarlo promoviendo mayor igualdad en nuestros espacios de trabajo. Entonces podremos romper los círculos de violencia que nos aquejan desde en lo doméstico hasta en lo global.