Bien por los deportistas…

Las Olimpiadas de Tokio que están llevándose a cabo le han traído al Ecuador gloria y enorme alegría por el desempeño de sus atletas participantes. El medallero, hasta el momento en el que escribo estas líneas, nos indica que hay dos medallas de oro y una de plata, así como dos diplomas olímpicos.

Seguramente este desempeño pasará a la historia, demostrándonos que la disciplina, la pasión, el esfuerzo realizado por los jóvenes deportistas han dado sus frutos y que el Ecuador puede estar presente en las ligas mundiales y descollar por la participación de estos deportistas de élite.

Pero también estas participaciones y unas iniciales declaraciones de los ganadores, de los medallistas olímpicos, ponen en serios aprietos y en entredicho la actuación de la dirigencia deportiva nacional, acusada de ocupar espacios en los viajes a costa de la presencia de los entrenadores, desvíos de dinero, chantajes y presiones que ahora salen a relucir y que deberían ser investigados, tanto para sancionar a los culpables como para que no se vuelvan a repetir estos hechos bochornosos y lamentables.

Lo que se evidencia es que quienes participan en las competencias no solo tienen que luchar por ser los mejores, por entrenar con disciplina, por competir y demostrar su valía, sino que también deben enfrentar la desidia, la corrupción, los malos tratos, la discriminación, el acoso, lo que indudablemente mina sus fuerzas, afecta su psicología y su desempeño.

Cuando otros deportistas de otros países gozan de todas las facilidades y apoyos, los nuestros lo hacen en medio de carencias y es por ellos que, aún en medio de la alegría por el triunfo, salen a relucir situaciones lamentables que deben ser sancionadas por las autoridades y por la justicia.

Bien por los deportistas, mal por la dirigencia. La alegría por los triunfos no puede ser opacada, pero, al retorno, es indispensable una rendición de cuentas absolutamente real y completa.