Autonomías

Como una forma de salir de la crisis política, Jaime Nebot ha planteado la adopción de un sistema federal de organización territorial. Es una propuesta que debería ser debatida con profundidad y presentada en detalle para facilitar ese debate. Lamentablemente, en un país víctima de un regionalismo insano, el asunto se limita a descalificar la propuesta o a culpar al centralismo de Quito por no apoyarla, sabiendo que, si resultase una solución adecuada para alcanzar el desarrollo equilibrado social y económico de todos los ecuatorianos, sería respaldada.

Cabe, sin embargo, explicar que, por una lucha decidida de alcaldes y juntas parroquiales, el Ecuador cuenta con un estatuto jurídico de avanzada, recogido en la Constitución del Estado y en el Código Orgánico de Organización Territorial, Autonomías y Descentralización (COOTAD), que no ha sido aplicado en su totalidad, por falta de voluntad de las mismas autoridades locales.

El Art. 1 de la Constitución establece que el Ecuador es un país unitario que se gobierna descentralizadamente; el Art. 238, concede a los GAD autonomía política, administrativa y financiera;  el Art. 239, determina un sistema nacional de competencias obligatorio y progresivo; el Art. 240  atribuye facultades legislativas a los GADs; el Art. 244 permite a dos o más provincias conformar regiones autónomas; y, el Art. 247 autoriza que un cantón o conjunto de cantones puedan constituir distritos metropolitanos autónomos. Regiones y distritos deben aprobar plebiscitariamente su estatuto autonómico, conforme a sus realidades territoriales, económicas y socioculturales.

El análisis debería, entonces, orientarse a encontrar una solución superior a la existente o alguna que incorpore lo mejor de las alternativas que se presenten, aunque ninguna será una panacea. Venezuela, Brasil, México y Argentina son países federales; Chile, Uruguay, Colombia, Perú y otros son unitarios ¿Cuál es la diferencia? ¿Dónde está la verdadera razón de las crisis recurrentes? América Latina es la región del planeta económicamente más injusta y socialmente más discriminadora; en consecuencia, la más violenta e inestable. Las soluciones deberían enfrentar esas causas, con cualquier forma de organización territorial del Estado.