Aún queda mucho

Hace un par de días escribí en twitter uno de esos twitts que salen por impulso. El texto decía: “Recuerden amigos que los días no son feos, los feos somos nosotros”, y claro está que, sin ánimo de ofender, mi criterio iba hacia una clara premisa: entender que el día, el mundo, la vida y la existencia como tal, siguen su curso, aunque nosotros nos sintamos agotados, vencidos y caminando permanentemente contracorriente.

Actitud, reacción y decisión, tres palabras que se ejecutan y proyectan en nuestra cabeza y que pueden definir nuestro presente y futuro. La convivencia entre los seres humanos puede ser tan difícil como tan maravillosa según con qué ojos nos miremos, según cómo estemos dispuestos a entender al otro y conforme nuestra empatía, apertura y disposición estén para escuchar a los demás y, sobre todo, nuestras ganas de mantener nuestra paz mental por sobre todas las cosas.

La vida sigue, más allá de que todos andemos con una mochila muy pesada en la espalda y nos topemos con muchas piedras en el camino. Seguir adelante, tomar los errores como lección y las bendiciones y éxitos como motivos para mirar al frente y agradecer, teniendo en cuenta que podemos bailar bajo la lluvia, levantarnos con una sonrisa, dar el primer beso, no desmayar ante la enfermedad, no dar por sentada nunca una relación y siempre dar lo mejor de nosotros mismos. 

Todas las acciones que hacemos y las que producen los demás, van de la mano de una reacción y estas, en muchas ocasiones son el resultado de una batalla interna que nadie logra entender, a veces ni uno mismo. Tenemos que aprender a leer nuestro termómetro interno para que nos avise cuando nuestra temperatura emocional esté llegando a límites peligrosos y pedir ayuda, entonces decidir si la vida nos come o nosotros nos comemos esta vida a cucharas grandes.