Asesinatos inconstitucionales

Sin ser especialista en Derecho Constitucional, pero contando con una larga experiencia como profesor universitario, lo cual me da cierta garantía de saber leer textos y entenderlos, leo el Art. 45 de la Constitución que nos rige, en su segunda parte: “El Estado reconocerá y garantizará la vida, incluido el cuidado y protección desde la concepción”. Nuestros asambleístas constituyentes emplearon el tiempo futuro de los dos verbos en la forma acostumbrada por los ecuatorianos, como imperativo; también pudieron escribir: “debe” o “está obligado a” “reconocer y garantizar la vida … desde la concepción”. No se requiere un doctorado en Lingüística por la Universidad de Harvard para captar su clarísimo sentido. Por ellos causa admiración que doctísimos jurisconsultos hayan declarado que prohibir el aborto por alguna circunstancia “es inconstitucional”. Lo inconstitucional es no garantizar la vida desde la concepción. Lo demás es rizar el rizo.

Detrás de la defensa del aborto se esconde no solo el rechazo a la vida, sino el deseo de quitarle a la mujer algo que se halla en lo más íntimo e irrenunciable de su ser material, emocional y espiritual: la maternidad. Fisiológica, anatómica, anímicamente está hecha para ser madre. Es verdad que esa realidad natural puede ser negada por el libre albedrío: muchas mujeres, con toda libertad, pueden negarse a la maternidad. Pero este derecho no les faculta a eliminar a otra persona.

En los casos dolorosísimos de violencia sexual hay dos víctimas inocentes: la madre y el hijo; por proteger a la primera no se puede eliminar al segundo; el Estado está obligado a proteger a ambos y a proporcionarles medios para una vida digna; ello sin perjuicio de castigar de la forma más estricta al culpable del crimen.

Nota: En ocasión anterior en que traté este mismo tema algún lector me insultó, me acusó de loco y de estar carcomido por la rabia y el odio. No es verdad, a lo mejor soy tonto, pero no odio ni me domina la rabia. En todo caso, me doy por insultado y ahorro el esfuerzo a los detractores de mi tesis.