Armas biológicas

Uno de los objetivos fundamentales de Estados Unidos es ser dueño del mundo, con países dominados y obedientes a sus dictados, razón para no permitir que ningún otro país o potencia se interponga en su camino y, si lo hace, que viva bajo constante amenaza, presión económica o política, y al fin sea declarado aliado o enemigo.

Para ejercer la intimidación dispone del mayor Ejército del mundo, equipado con todo tipo de armas modernas elaboradas con tecnología de punta, en las que se incluyen armas nucleares, sin descartar las armas biológicas y químicas. Para producirlas, tiene unos 336 laboratorios diseminados en 30 países bajo su control, incluidos 26 solo en Ucrania. Al fin, producir armas biológicas o químicas y usarlas es menos costoso que gastar una arma nuclear.

Nadie puede dudar del belicismo estadounidense y sus ansias de extensión territorial que comenzaron a demostrarse desde muy temprano, al apoderarse de Florida mediante compra a España, lo mismo que de Alaska a Rusia, o al arrebatarle, mediante guerra desigual y absurda, la mitad del territorio a México.

La vocación bélica de Estados Unidos no tiene límites, por lo que a diario genera nuevas estrategias para el control territorial. La Casa Blanca es consciente de que la utilización de armas nucleares sería un acontecimiento apocalíptico que podría desencadenar un conflicto sin precedentes. Por tal motivo, “Washington ha buscado alternativas para ejercer el mismo dominio a las poblaciones, sin levantar demasiadas sospechas”.  Sumada a la presencia militar que, según algunas estimaciones, es del 70% en la totalidad del globo, su poder es inmenso. Hay tropas norteamericanas en al menos 134 países. Y, además, posee “centros de investigación biológica” para la inhumana guerra química-biológica.