Aprender a decidir

Rodrigo Contero Peñafiel
Rodrigo Contero Peñafiel

Muchas veces se posterga la toma de decisiones por el miedo a actuar con frontalidad, por recelo a perder la confianza de la gente o para no tener que arrepentirse de consecuencias futuras.

No es fácil darse cuenta de lo que cada uno representa en la vida de las personas, muchos pueden haber cambiado y sus acciones no ser tan nobles y asertivas como lo fueron antes. Es necesario hacer un recuento de nuestra vida para no optar por decisiones  precipitadas.

Podemos decir con certeza que conocemos a una persona cuando mantenemos contacto con ella por algún tiempo, sabemos de sus triunfos y fracasos, afectos y desafectos, su vida familiar, compañerismo o amistad, podríamos hasta pensar que la conocemos casi como a nosotros mismos.

Hay personas que ingresan a nuestra vida de manera circunstancial y forman parte de nuestro círculo de amistades, que en muchas ocasiones funciona mejor que el ambiente familiar; si conseguimos que aporten con su experiencia y conocimientos, estamos seguros que podremos proceder con más seguridad y confianza.

Resolver problemas es un privilegio que nos confiere muchos beneficios. En la libertad de decidir debe haber una reflexión previa, un deseo sincero y un propósito noble. Cuando se toman malas decisiones, sienten que el mundo se les viene encima y habrá que aprender a controlarse para no caer en la angustia y la decepción por los errores cometidos, pero queda un aprendizaje, que se llama “experiencia”. Todos nuestros actos deben estar orientados a la felicidad, la salud, la familia y la sociedad.

Hay que aprender a soltar las cargas emocionales que impiden decidir por nosotros mismos. El afán desmedido de pensar siempre en el “yo” obstaculiza la estabilidad emocional necesaria para abandonar el peso de los problemas.

Tomar decisiones acertadas y a tiempo beneficia a todos, ya que permite entenderse con las personas que uno quiere y se pone un alto saludable al origen de la ansiedad, la intranquilidad y la frustración. Una buena actitud es fundamental para tomar decisiones correctas en cualquier circunstancia de nuestra existencia, lo contrario se llama fracaso.