Antonio Ricaurte
Los debates son un acto más de campaña. No son determinantes. Solo sirven si se produce algo significativo que llame la atención, que divierta, que provoque una conversación posterior.
- El cerebro humano tiene capacidad para concentrarse máximo por 14 minutos en un tema de mucho interés. Por ejemplo, los amantes del fútbol no se concentran en un partido de una hora y media; solo se concentran 14 minutos seguidos. El resto del tiempo miran el celular, piensan en otras cosas, se levantan al baño, buscan algo de comer, conversan, se pierden el gol y, luego, regresan a ver el partido. Las personas a las que un tema les interesa poco o nada, no logran concentrarse ni un minuto. Ese es el caso de la política. En el mundo entero la gente odia la política, odia a los políticos y no le interesa verlos ni escucharlos. Por tanto, los debates no interesan a las personas. Los seres humanos modernos se enganchan con un video en los primeros 3 segundos, si les llama la atención, y lo ven máximo entre 30 segundos y 1 minuto.
- A las personas les gusta parecer ciudadanos inteligentes e informados. Cuando se les pregunta por quién van a votar, dicen que van a esperar al debate para escuchar las propuestas, pese a que ya hayan decidido por quién votar. Nadie escucha los interminables planes de gobierno, y nadie los recuerda, aun si puso atención sobre alguno de ellos.
- En la vida, en los negocios, en las relaciones sociales y, por supuesto, en la política, lo que importa son las imágenes. Las imágenes representan el 85% de lo que la gente recuerda y, menos del 10% lo que diga un político.
- La imagen de ‘distinto’ pesa mucho en la política. En un debate, que es un acto político más, si 16 personajes se disfrazan de políticos tradicionales, de traje corbata y mocasín, o de señora que va a un matrimonio o disfrazada de carro alegórico, de antemano, ya perdieron todos pues no marcaron diferencia.
- Si cada candidato habla sobre los 15 tomos de su plan de gobierno, que nadie escucha, entiende o recuerda, y si además habla de números y datos confusos, perderá el tiempo y no llamará la atención. El debate no servirá de nada.
- Se repite con frecuencia que los debates son muy importantes para definir el voto, que Daniel Noboa ganó la Presidencia gracias al debate. Lo que sucedió en realidad fue que el país quería a alguien diferente y nuevo. Ese ‘outsider’ era Jan Topic, el Rambo de Sambo, que se vestía con traje de combate, pero llegó al debate disfrazado de político con terno y corbata, hablando en el idioma tóxico de la política, el del enfrentamiento y la pelea. Se perdió el Rambo y, en su lugar, llamó la atención un joven con chaleco antibalas, que era hijo de Alvarito, querido por la gente, que hablaba lento y poco. Noboa aprovechó ese acto de campaña para llamar la atención y llenar el espacio dejado por Topic.
- Para sacar provecho de un debate hay que provocar acciones diferentes, construir ‘meme-drops’: memes que toman vida propia y provocan conversación, bromas, canciones, ataques; reacciones, en suma. Ej: “Andrés no mientas otra vez”, el chaleco antibalas de Daniel Noboa o “míreme a los ojos”.
- Quienes más se interesan y ven los debates son los miembros de los círculos rojos: políticos, militantes, periodistas, analistas, empresarios. Ellos ya decidieron por quién votar y nadie les hará cambiar de opinión.
- La mayoría de la población tendrá prendido su televisor o su celular para ver el debate. Pero nadie se concentrará más de 14 minutos; harán otras cosas, se irán al baño, lo dejarán de ver si es aburrido, como suele ser, esperarán que se produzca algo novedoso, verán qué de bueno sacan las redes sociales, pero la mayoría ya habrá decidido su voto antes del debate.
- Los debates no sirven para nada, a menos que se llame la atención con hechos, dichos o imágenes distintas y entretenidas.