Ser Niña, crear futuro

Ana Changuín

Cada 11 de octubre, el mundo se detiene un instante para conmemorar el Día Internacional de la Niña, una fecha que nos recuerda que ser niña no debería limitar las oportunidades de vida de millones de jóvenes. Desde su proclamación en 2011 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, esta jornada busca visibilizar las desigualdades que enfrentan las niñas y promover su empoderamiento.

Más de 600 millones de niñas adolescentes de entre 10 y 19 años viven en el mundo, y, si les brindamos las herramientas adecuadas, estas jóvenes pueden convertirse en líderes, emprendedoras y agentes de cambio. Sin embargo, la realidad es que muchas de ellas enfrentan desventajas significativas en aspectos fundamentales como la salud, la educación y la participación política.

Las estadísticas son alarmantes: cada tres segundos, una niña es forzada a casarse; una de cada cuatro ha experimentado violencia física o sexual por parte de su pareja; y el 75% de las nuevas infecciones por VIH entre adolescentes afecta a chicas. En Ecuador, según el Ministerio de Salud Pública, desde 2021 hasta agosto de 2023 se registraron 11.390 embarazos en menores de 14 años. Esta cifra se vuelve aún más desgarradora al descubrir que la edad más temprana en la que se registran embarazos es de tan solo 8 años. Entre 2021 y 2023, se documentaron 21 casos de niñas de esta edad en diez provincias: Azuay, Chimborazo, Esmeraldas, Guayas, Los Ríos, Morona Santiago, Napo, Orellana, Santa Elena y Sucumbíos. Estas niñas, apenas en los primeros años de su infancia, ven truncada su inocencia y su futuro.

Estas cifras no son solo números; son historias de vidas interrumpidas por injusticias. Pero las dificultades que enfrentan las niñas no se limitan solo a la violencia y la falta de acceso a derechos básicos; también se ven exacerbadas por el contexto actual. El cambio climático, por ejemplo, agrava las desigualdades y expone a las niñas a mayores riesgos, como pobreza extrema y explotación principalmente en la ruralidad.

Una historia inspiradora es la de Julieta, una joven que, tras dar a luz, decidió regresar a la escuela. Su valentía y determinación son testimonio del espíritu indomable que reside en muchas niñas. Querido lector, cuando las niñas lideran, el impacto es inmediato: familias más fuertes, comunidades más resilientes y economías más prósperas. Es fundamental que escuchemos sus voces, que respondamos a sus necesidades y que les brindemos las oportunidades que merecen.

Este 11 de octubre, en el Día Internacional de la Niña, reflexionemos y atendamos este llamado a la acción. Es hora de comprometernos a crear un mundo en el que cada niña tenga la libertad de soñar, aprender y ser quien desee. Con políticas públicas efectivas y un entorno sensible, podemos transformar la realidad para que ser niña sea el inicio de un futuro lleno de posibilidades.