Ana Changuín
Hace unos días, y gracias a la iniciativa de la sociedad civil comprometida, Quito tuvo el privilegio de acoger la proyección de “Vale dos Isolados – O assassinato de Bruno e Dom”, el documental ganador del Premio Gabo 2024. Esta obra, dirigida por Sônia Bridi, reconstruye los últimos días de Bruno Pereira, antropólogo indigenista, y Dom Phillips, periodista británico, asesinados en 2022, y evidencia una realidad tan lejana como urgente: la lucha por la protección de la selva amazónica.
La historia se desarrolla en el valle del Javari, una de las regiones más remotas de Brasil y hogar de más de 20 grupos indígenas aislados. También es el epicentro de conflictos alimentados por el narcotráfico, la tala ilegal y la pesca no autorizada. Pero estos problemas no son nuevos; están arraigados en un ciclo de violencia histórica que se remonta a la colonización y al ciclo del caucho.
Dom Phillips, llegó a Brasil en 2007, atraído por su diversidad cultural, y convirtió la Amazonía en su mayor desafío profesional y personal. Al momento de su asesinato, trabajaba en un libro sobre desarrollo sostenible, convencido de que contar las historias de las comunidades indígenas no era solo un deber periodístico, sino una responsabilidad ética.
Por su parte, Bruno Pereira dedicó su vida a la defensa de los pueblos indígenas aislados. Su trabajo lo llevó a abandonar la agencia estatal FUNAI (Fundación Nacional Indígena, un organismo federal vinculado al Ministerio de Justicia de Brasil), tras los recortes del gobierno de Jair Bolsonaro, y a asumir, de manera independiente, los riesgos de proteger a quienes pocos quieren escuchar. Conocía cada rincón del valle del Javari y, pese a las amenazas constantes, se mantuvo fiel a su compromiso de preservar la Amazonía y la vida de sus habitantes.
El documental rinde homenaje a estos dos hombres, expone las raíces de la violencia en el valle del Javari y la negligencia estatal que la perpetúa. Además, subraya el valor del periodismo colaborativo respaldado por Forbidden Stories, una red internacional que reúne a periodistas de diez países, decididos a demostrar que las historias no mueren con quienes las cuentan. Al contrario, se multiplican cuando la verdad encuentra aliados.
Reconozco que ver este documental me ha hecho cuestionar mi desconexión con estas historias y realidades. Por mucho tiempo, consideré la protección de la selva como algo distante, más vinculado a Brasil que a mi propio país. Sin embargo, esta obra me hizo comprender que el Amazonas, como pulmón del mundo, no conoce fronteras y su destino nos involucra a todos. Me conmovió la valentía de Bruno y Dom y me hizo pensar sobre cuántas veces damos por sentadas luchas invisibles. Recomiendo esta obra a quienes, como yo, aún tienen mucho por aprender sobre la urgencia de proteger este patrimonio común.