Amnistía

El pueblo ecuatoriano es tranquilo, silencioso, parece indiferente, cansado, engañado, frustrado, pero las apariencias desaparecen, se levanta y se convierte en un volcán con lava desparramada por los cuatro puntos cardinales. Entonces tiemblan los gobiernos inoperantes y demagogos que usan y abusan del poder otorgado por los ciudadanos, pero para beneficio de los grupos empresariales o políticos, olvidándose de sus ofertas de campaña, mintiendo para burlarse de las aspiraciones legítimas de las masas.

La clase política ecuatoriana, mayoritariamente, es corrupta y es causante de la crisis integral, y de la lógica rebeldía de los pueblos para responder a los ataques que sufre y soporta. Así ha ocurrido a lo largo de la historia y un hecho notable fue octubre de 2019, cuando las manifestaciones fueron en contra de uno de los peores presidentes de los últimos 43 años, Lenin Moreno, que huyó a Guayaquil luego de decretar el fin de los subsidios.

Las fuerzas represivas actuaron con extremada dureza contra los manifestantes, para felicidad de la ministra María Paula Romo. Gases lacrimógenos caducados dejaron sin ojos a hombres y mujeres. De las 11 personas que fallecieron en el contexto de las protestas, al menos 4 habrían muerto por la acción de integrantes de las fuerzas represivas del Estado. ¿En dónde los responsables? ¿Qué sanción merecieron?

La Asamblea Nacional, en uno de sus poquísimos aciertos, dictó una amnistía general para 268 personas, procesadas por diversos motivos. Hubo encausados por las manifestaciones del 2019. Claro que se cometieron excesos durante las protestas y que hubo violencia innecesaria, pero es exagerado que unos cuantos ciudadanos piensen que mayor valor tiene un adoquín o una pared pintarrajeada que la rebeldía de los pueblos.