Alias ‘Boquita’

Kléber Mantilla Cisneros

Muchos estamos hastiados de leer noticias de corrupción, violencia y caos. La sensibilidad desperdiciada por tolerar un inútil juicio político o golpe de Estado —dependiendo del punto de vista— contra Guillermo Lasso que abona el desinterés de una gran parte de la población. El orden del día: secuestros, extorsión, sicariato, atracos y vacunadores que no necesitan un lujo de detalles descriptivos para relatar el desastroso rol de autoridades indolentes que están acabando con todo, hasta con la esperanza y futuro de generaciones enteras. Del miedo e incertidumbre hemos pasado al pánico colectivo de convivir en un escenario de guerra por los insólitos niveles de inseguridad y miseria.

El flagelo de la impunidad, frente a la criminalidad, ilustra un sistema judicial y policíaco desencuadernado, mediocre y anarquista. Con narcogenerales de Policía a cargo de vigilar la droga, separados por filtraciones de audio que los delatan; jubilados pensionistas premiados por ocultar las investigaciones de la mafia albanesa y sus conexiones con políticos en boga; una fuerza pública sin equipos, armas, chalecos, cascos ni balas; pero, con la incógnita de cómo bombardear zonas de minería ilegal y cómo enfrentar a la avezada delincuencia de calle. Mientras, en una balacera de sicarios contra el clan de Junior Roldán, líder subcomandante de Los Choneros, se activan todas las cárceles del país.

Ridículamente, ni qué marea violeta: cuatro mujeres correístas viajan escondidas a Irán, mojigatas y con velo, a apoyar la misoginia de un régimen violador de libertades. Su camarada, la prófuga exministra del correato, María de los Ángeles Duarte, se escapa de la embajada de Argentina con complicidad del espionaje de Venezuela y causa un desmadre diplomático regional.

¿En qué quedamos? ¿Un pueblo desprotegido y la delincuencia a sus anchas? ¿Alias ‘Boquita’, de 13 años, armado, como miles de niños, asesinando y secuestrando personas para evitar el hambre? ¿En la tierra de nadie, donde pocos ganan y muchos se empobrecen más? ¿Y si la población saldría de una vez a protestar? ¿Y si se van todos: políticos, jueces, delincuentes, prófugos y sentenciados? ¿Legisladores asalariados iletrados, los que no dan una para enfrentar estos tiempos de guerra y cataclismos?

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