Villavicencio inolvidable…

Alfonso Espín Mosquera

Un sinnúmero de denuncias sobre corrupción que abrió los ojos al país entero, una voz levantada con valentía en medio de la sucia podredumbre de la vida política y sus oscuros actores, fueron parte del ejercicio de vida de Fernando Villavicencio, periodista y político ecuatoriano, que fue asesinado cuando terciaba como candidato a la presidencia de la República, en el 2023. 

En estos días recordamos esta tragedia, pero a un año del nefasto acontecimiento, aún están impunes los autores intelectuales y los interesados en que la voz de Fernando Villavicencio se silencie y así los delitos que cometieron se duerman en el olvido. El país no puede y no debe olvidar a un hombre como Villavicencio, sobre todo debe tomar conciencia de que sus denuncias evidenciaron perversos crímenes en contra del Estado, que significan el perjuicio para el pueblo más vulnerable y necesitado. Gracias a Villavicencio se destaparon barbaries, robos, negociados, enriquecimientos ilícitos, sobreprecios, el caso PetroChina, Arroz Verde, los sobornos del caso Odebrecht y más delitos en los que aparecieron implicados “famosos políticos” y funcionarios fundamentales del gobierno correísta y subsiguientes, pero hasta la fecha su nombre no ha sido reivindicado por el honor del país y por la necesidad de limpiar la criminalidad en el ejercicio del poder. 

La presencia de Villavicencio en la contienda electoral y concretamente en el debate presidencial, que estaba a días de efectuarse, era peligrosa, su vida era temida para los delincuentes de cuello blanco, cuya responsabilidad en este crimen aún no aparece, doce meses después de los hechos. Sí estarán en la mira varios, algunos gozan de la impunidad de los canallas, uno que otro a buen recaudo en la cárcel, pero la trama delincuencial de las máximas cabezas intelectuales deberá descubrirse por el bien del país y porque no se puede olvidar una muerte en las criminales condiciones en las que se dio. 

Ecuador necesita otra actitud de vida, no es posible que el destino legislativo y fiscalizador de la Patria esté en manos de esos insulsos asambleístas, por ejemplo, sin atributos de formación académica ni ética moral que es lo más grave, pero sí con la suspicacia de los pícaros para torcer proyectos, enmiendas, todo en cumplimiento de los intereses perversos de sus líderes corruptos que les comandan desde fuera del país, desde la clandestinidad, desde alguna cárcel y quién sabe si también desde algún cartel del narcotráfico. 

El país necesitaba una figura como la de Villavicencio, con la decisión de jugarse por la realidad y la justicia, coraje que le expuso y le arrancó la vida por orden de quienes no querían que salga a luz la verdad y sus negros atracos. El país no puede olvidar a Fernando Villavicencio, su accionar es un ejemplo de honor, pero sobre todo su memoria exige de las autoridades competentes, de la señora fiscal general, que se llegue al descubrimiento y condena de los artífices que fueron los que cegaron la vida de un ser humano, para esconder sus trafasías y burlarse en el silencio del país entero.