Adiós a las aulas vacías

Esta mañana me despertó un ruido peculiar. Uno que mi cerebro reconoció y propició un brinco en mi corazón. ¡Era el frenazo de un bus escolar! Seguido del frenazo escuché voces adolescentes y posteriormente las risas de unos niños en la calle. Es oficial, las aulas vuelven a estar ocupadas por estudiantes y los profesores se rencuentran con ellos.

Como madre de una pequeña de nueve años no puedo describir la emoción que he sentido al alistar el uniforme, forrar cuadernos y colocar membretes. Y nunca pensé que diría esto: ¡estoy agradecida de volver a preparar loncheras! Quienes me conocen y siguen en Twitter, saben que aborrezco esa tarea. Pero, lo cierto es que ahora todo tiene un tono distinto.

Desde hace meses que en Ecuador se vive plenamente la nueva normalidad. Se han celebrado bodas, bautizos, primeras comuniones, reuniones familiares en pleno. Hemos viajado dentro y fuera del país. Hemos visitado tiendas y centros comerciales. Incluso, la Tricolor jugará esta tarde su primer partido de Eliminatorias con público. En estas condiciones es impensable que los niños y adolescentes no vuelvan también.

Perdamos el miedo y asumamos con responsabilidad las actuales disposiciones. Está comprobado que, con el aforo debido, el distanciamiento social pertinente, el uso obligatorio de mascarilla, el lavado constante de manos y la transparencia, se puede reducir al mínimo el riesgo de contagio.

Hago énfasis en la transparencia, porque más que nunca debemos ser honestos. Mientras dure la pandemia evitemos exponernos para que ellos puedan seguir asistiendo a clases. Si me preguntan a mí, estoy dispuesta a mantenerme en ‘burbujas’, a hacerme pruebas PCR cuando sea necesario y evitar situaciones de alto riesgo, todo porque mi hija pueda comenzar y terminar de manera presencial este año lectivo. Si me preguntan a mí, es hora de sacrificarnos por ellos que con tanta resiliencia han aguantado estos 16 meses de pandemia.

Twitter: @lobylolita