Abre huecos, tapa huecos, abre…

En algunos barrios de Quito, antes de iniciada la pandemia, los vecinos de la zona de la Bosmediano empezamos a ver cómo se abrían zanjas laterales al lado de las veredas; se nos indicó que era el inicio de un proceso de soterramiento de cables del sector.

Como la zona de la ciudad se llama Bellavista, pensamos que seguramente iba a mejorar la imagen de todo el vecindario cuando dejáramos de observar los cables que, a veces en cantidades inverosímiles, cruzan de poste a poste.

Vino el inicio de la pandemia, los primeros meses los trabajos fueron interrumpidos, quedaron abiertos los agujeros, levantados los adoquines, pero pensamos que en algún momento se reanudarían los trabajos de los contratistas de la empresa eléctrica, según dijeron.

Efectivamente, luego de transcurridos algunos meses, regresaron los trabajadores y empezaron a cavar otra vez. Fueron extendiendo los trabajos a más y más calles y pasajes, todo se ha vuelto un laberinto de huecos a medio excavar.

En la Bosmediano y algunas calles aledañas, abren, tapan, vuelven a abrir, vuelven a tapar, nunca queda la calle perfecta, va deformándose. Los accesos a las casas se dificultan cada vez más.

Algunos optimistas pensábamos que valía la pena el sacrificio y el desorden, si luego íbamos a tener espacios libres de cables. Sin embargo, por los trabajadores nos enteramos que no hay un plazo para terminar la obra y que solamente se soterrarán los cables de la empresa eléctrica, es decir no se ganará prácticamente nada, porque el enjambre de cables también es de las proveedoras de servicios de cable e internet.

Mientras, ya hemos pagado el nuevo impuesto que por “mejoras” ha cobrado el Municipio de Quito, y lo que hemos tenido que sufrir es un desmejoramiento de las vías públicas, un desorden y la inquietud de que nos están tomando el pelo y de que alguien se está beneficiando de jugosos contratos por abrir, tapar, abrir, tapar, abrir huecos sin ton ni son y sin beneficio alguno para la zona.