Abogado del diablo

El asesinato de un abogado de la mafia rompe el tabú de silenciamiento sobre la propiedad del poder judicial a cargo de chantajistas y extorsionadores, por diversas razones e intereses, relacionados al correísmo-morenista, la prisión de un vicepresidente, repartición del botín político en hospitales, liberación de asesinos peligrosos y la violencia demencial en las cárceles del país.

Las leyes del correato y la Constitución de Montecristi siguen siendo un tabú y hasta una aberración transformarlas; pero, un acto de sicariato en Quito envía un mensaje pendenciero directo: muchos abogados se enriquecieron con juicios engorrosos del crimen organizado y la mafia guía el sendero de la corrupción política, símil de las disputas entre carteles de la droga. Prueba tardía y espeluznante pero necesaria para colorear una justicia comandada por el narcotráfico.

Harrison Salcedo se lleva a la tumba los secretos de un pedazo del mayor caso de corrupción de Latinoamérica: el aún vigente caso Odebrecht, que condenó, de lejos, a 6 jefes de Estado; y, al menos, 533 políticos; de cerca, a Jorge Glas sin incluir al dueño del infierno. Este jurista conocía la maquinaria delictiva del caso Sobornos y las irregularidades del contrato por el campo petrolero Singue. Detalles de asesinatos, desaparición de narco-avionetas; datos extraviados sobre territorios del narcotráfico y rutas marinas hacia México y Colombia por defender al líder de los Choneros, Jorge Zambrano, alias Rasquiña. Él supo del saqueo y repartición alrededor de la construcción del hospital de Pedernales cuando abogó por el asambleísta Eliseo Azuero. Y, conoció los negociados con insumos médicos durante la pandemia al defender a dos agentes metropolitanos quienes escoltaron en moto a israelitas que vincularon a los Bucaram.

Salcedo encarna al ave Fénix, el extraordinario pájaro de la mitología griega que el fuego consumía cada 500 años y luego renacía de sus propias cenizas. El retorno del abogado de la mafia, Tom Hagen. En realidad, la iglesia católica usaba ‘advocatus diaboli’ o abogado del diablo para la persona designada para evitar con argumentos la canonización de candidatos. Esta vez, más bien se trata de adaptar la película de 1997, cuando Kevin Lomax (K. Reeves) entra al infierno de un bufete del demonio, John Milton (Al Pacino) para manipular y ensuciar la justicia. La misma marca diabólica por intentar salvar a Rafael Correa, ocultando pruebas. Persiguió opositores, encubrió ladrones, buscó anular sentencias e intentó liberar prófugos. Lujos, dinero y armas, Tom Hagen y Salcedo gritarían: “lawfare’, las cortes de EEUU también son mías”.

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