A puertas de una crisis alimentaria global

La inseguridad alimentaria es una de las amenazas incipientes a la que nos enfrentamos en este periodo post-COVID. Los estudios realizados durante la pandemia estimaron que 2,3 millones de ecuatorianos se encontraban con inseguridad alimentaria severa y que solo 3 de cada diez hogares podía pagar la canasta básica familiar.

Se esperaba que la situación mejorara con la reactivación económica. Sin embargo, no solo estamos viviendo una lenta recuperación, sino que además de la crisis de contenedores que ha aumentado los precios del transporte, la subida de los precios de la gasolina y de los fertilizantes sigue impactando el precio de los alimentos.

La disponibilidad de los alimentos es otro factor que incide en los precios. Por un lado, el cambio climático está cambiando los patrones que permiten la producción; por otro, la invasión de Rusia a Ucrania -ambos importantes exportadores globales de trigo, maíz, cebada y aceite de girasol- ha dejado al mercado mundial sin una parte relevante de la oferta alimentaria.

Luego de la invasión, en marzo, el Índice de precios de los alimentos de la FAO alcanzó un récord histórico y para abril, este índice se mantuvo casi 30% por encima del nivel de abril de 2021. En Ecuador, la tasa de variación anual del Índice de Precios del Consumidor en abril de 2022 fue del 2,9%, aumento que ya ha generado impacto en la ciudadanía.

La subida de los precios de los alimentos no solo afecta nuestros bolsillos, sino que para los más pobres representa la diferencia entre poder comer o no. Por el contexto global, se espera que en los próximos 6 a 9 meses los precios sigan subiendo, y que para el próximo año exista una crisis de disponibilidad de alimento, con una alta probabilidad de crear hambrunas. Si algo aprendimos de la pandemia es que no hay peor error que no estar preparado. ¿Nos estamos preparando para esto?