30 años y para adelante

A los treinta años de vida, todos nos planteamos mejorar y generar cambios: hay quienes se meten a gimnasios, otros cambian hábitos alimenticios, y están quienes deciden estudiar un posgrado.

En estos treinta años de vida institucional, la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Ecuador (UASB-E), ha sido una opción de cambio de vida para muchos profesionales e investigadores en ciernes, pues depositaron en los diferentes programas académicos el futuro de su vida.

De igual manera, la Universidad Andina Simón Bolívar, luego de tres décadas, decide renovarse y cambiar: ahora con programas más acordes a la realidad del tiempo y las necesidades de sus postulantes.

Los modelos de educación presencial no son únicos y la pandemia demostró que los formatos híbridos y remotos también funcionan para la educación de posgrado, más aún cuando las condiciones sanitarias mundiales y locales no mejoran. Por lo tanto, la modalidad mixta entre presencial y mediada por la tecnología es lo más óptimo para el desarrollo de programas académicos.

En estos 30 años, la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Ecuador, ha demostrado ser un paradigma de cómo pueden y deben funcionar las instituciones supranacionales y regionales: coordinadas, vinculadas con su territorio y pensando en la complementariedad de cada uno de los países y nacionalidades que los integran, sin hacer de las ciencias sociales ni de las humanidades la última palabra para comprender el mundo.

La integración andina debe y tiene que darse por los procesos de educación y mediante el contacto cultural de nuestras naciones. Si bien lo comercial es importante, los vínculos societales permanentes y profundos no se dan por los negocios, sino por el contacto de las comunidades y sus intercambios simbólicos.

Y es que la UASB-E ha logrado comprender que este modelo de intercambio mercantil es fútil y fugaz; por lo tanto, su propuesta de generar diálogos entre las diferentes culturas andinas y sus procesos políticos, sociales, educativos, comunicacionales y de sostenimiento tienen que ver con los seres humanos y no con cifras: allí radica el sueño de Bolívar, en que nos veamos, nos reconozcamos en las diferencias y nos identifiquemos como bolivarianos: libres y pensantes, cuestionadores con propuestas.

Treinta años sirven para ver el camino andado y para trazar un futuro que siempre será alcanzable, pues con investigación y educación, el viaje es más confiable, productivo y serio. Que vengan más años para la educación superior del área andina.