Coherencia ante el virus

La mejor arma que puede tener el gobierno ante cada embate de la pandemia del COVID-19 es la coherencia. Las autoridades no pueden, movidas por el comprensible nerviosismo que despierta cada nueva ola o nueva variante, adoptar medidas cuya incongruencia todo ciudadano alcanza a percibir.

Sobran los ejemplos: prohibir aglomeraciones solo ciertas horas, como si el virus respetase horario; suspender clases presenciales mientras centros de entretenimiento y tolerancia permanecen abiertos; exigir uso de mascarilla dentro de vehículos o al aire libre cuando se permite comer y beber en establecimientos cerrados; proponer confinamientos al mismo tiempo que se habla de reactivación económica. Tanto absurdo amenaza con desprestigiar también a la única medida absolutamente coherente y útil con la que contamos ante la pandemia: la vacunación.  

Las vacunas son la solución que tanto se anhelaba. De los pacientes hospitalizados por covid, 90% no se han vacunado; y en el muy inusual caso de que alguien vacunado requiera hospitalización tiene menos del 5% de probabilidad de desarrollar un cuadro grave. Afortunadamente, los ecuatorianos no han caído presa de las supersticiones antivacunas, pero se trata de una carrera contra reloj. Mientras más tarde la vacunación universal, más tardará en amainar la pandemia y, por ende, más munición tendrá el oscurantismo.

Se requiere que las autoridades concentren sus esfuerzos de comunicación, reglamentación y logística en ampliar la base de población vacunada, no en conjeturas que le restan credibilidad.

FRASES DEL DÍA

«La generosidad consiste en dar antes de que se nos pida.”

Proverbio árabe

«Cada día, elijo hacer del resto de mi vida lo mejor de mi vida.”

Louise Hay (1926-2017), escritora estadounidense