Armas por doquier

Bajo las narices del mismo Estado, Ecuador se está inundando de armas. Como si no bastara con todos los problemas económicos y políticos, ahora hay que vérselas también con delincuentes equipados con sofisticados arsenales.

La excusa vergonzosa de las fuerzas estatales es que se ven rebasadas por el poderío de los criminales. El personal de Policía o de Fuerzas Armadas que abrace seriamente esa idea debería, por el bien del país, cambiar de oficio cuanto antes. Constitucionalmente, los uniformados son los encargados de, junto a la Justicia, hacer cumplir la ley, no de lamentarse por su incumplimiento. ¿Para qué sirve todo el presupuesto, equipos y entrenamiento que esas instituciones han recibido durante décadas si no es para garantizar la seguridad de la población?

Ecuatorianos caen muertos a tiros y por granadas en cárceles y calles del país, sin más reacción que tímidas requisas y elaborados pretextos. Mientras, los grandes traficantes no paran. Esas armas van luego de mano en mano, de un criminal a otro, dejando una estela de muerte porque las autoridades no se hacen cargo.

Con cada fusil o pistola que se abre paso, el volumen de caos y violencia aumenta. Si el Estado no enfrenta el problema como la gravísima amenaza a la seguridad nacional que es, morirá muchísima gente, y no solo criminales, sino también uniformados y civiles inocentes. Nuestra legislación, enfocada sobre todo en dificultar el acceso, es muy clara con respecto a las consecuencias del comercio, tenencia y porte ilegal de armas. Basta con hacer que se cumpla.

FRASES DEL DÍA

«Cobrar impuestos y agradar, tal y como amar y permanecer sensato, es imposible.”

Edmund Burke (1729-1797), filósofo británico 

«El sarcasmo, como el vino barato, deja un mal sabor de boca.”

Dana Perino (1972), política estadounidense