La verdad sigue viniendo de fuera

Ahora que Álex Saab está en manos de la justicia estadounidense es más probable que la ciudadanía de América Latina llegue a conocer la verdad sobre el alcance y la profundidad de la corrupción chavista en el continente. Puede que, comparado con el saqueo de Venezuela, el de Ecuador durante el correato sea una nota al pie, pero el país se merece seguir descubriendo hasta dónde llegó el atraco. 

Cuando se produjo el escándalo de Odebrecht, cuyos secretos salpicaron a todo el continente, Ecuador estaba todavía bajo el yugo de la dictadura perfecta. Nada se aclaró. Hoy, el país empieza a reconstruir su institucionalidad y cabe la esperanza de que ¡esta vez sí!, algo se destapará.

Por desgracia o fortuna, solo la historia lo dirá, Ecuador aún depende de la buena voluntad extranjera para empezar a hacerse cargo de sus ‘trapos sucios’, al igual que en tantas otras ocasiones —como en el reciente caso ‘Las Torres’—.

Poco puede hacer hoy el Estado ecuatoriano ante la sofisticación tecnológica, financiera y legal de la corrupción contemporánea. Por eso tantos caudillos —metidos en el fango hasta el cuello— no tienen empacho en presumir de honestos y jactarse a viva voz de que las autoridades “nunca encontrarán nada”.

El país cuenta con suficientes ecuatorianos honestos, capaces y valientes para conducir una lucha profesional, ordenada y sin cuartel contra la corrupción. Lo que cabe preguntarse es por qué los políticos se rehúsan a organizarla y financiarla.