Afganistán: caer en la soledad

Hace cincuenta años, Afganistán era un país de renta media, con una pujante clase media urbana y una élite dirigente educada y cosmopolita. Lamentablemente, se vio arrastrado al torbellino del comunismo y la Guerra Fría.

La invasión y ocupación soviéticas destruyeron la infraestructura pública y llevaron al exilio a la porción más educada de la población. En poco tiempo, ambos factores hicieron del país un lugar agreste y despiadado que privilegiaba a las grupos más primarios y violentos. Ese nuevo Afganistán engendró el movimiento talibán, en las escuelas fundamentalistas para refugiados y huérfanos.

La sed de venganza y la presión política motivaron la invasión estadounidense luego del 11 de Septiembre. Tras 20 años y más de 2.000 millones de dólares (veinte veces la economía ecuatoriana) el país parecía transformarse con flamante infraestructura y una nueva clase social adicta al dinero externo.

Sin embargo, en este nuevo mundo las potencias ya no asumen aventuras a pérdida por mero fervor ideológico. EE.UU. se marchó y culpa de la debacle al propio Estado afgano.

Las consecuencias serán nefastas para los opositores y los que el régimen islámico tachará como ‘infieles’. Pronto veremos videos de cabezas rodantes, mujeres secuestradas, ultrajadas y asesinadas, y la destrucción de los pocos bienes culturales que quedaron de la última incursión talibana.

Más cerca, lo vemos con Nicaragua y el mensaje es contundente. Todo país en vías de desarrollo debe tener claro que debe ser capaz de solucionar por sí mismo sus conflictos internos, en tanto, no importa qué tan estremecedor sea el desenlace, ni la comunidad internacional ni las potencias llegarán al rescate

FRASES DEL DÍA

«La violencia es el último refugio de los incompetentes.”

Isaac Asimov (1920-1992), escritor ruso

 

«Las obras de ficción son en gran parte autobiográficas y las autobiografías son en gran parte, naturalmente, ficción.”

Phyllis Dorothy James (1920-2014), escritora británica