Aceptar la crisis que viene

Los anuncios de diferentes organismos internacionales sobre una inminente recesión en la economía mundial son una invitación a prepararse. Ecuador no puede entrar en esta crisis —otra más de nuestra turbulenta historia— con la mentalidad usual de buscar culpables ni usarla como excusa de un pobre desempeño. Saliendo de una pandemia global, con las cadenas de suministros aún bajo gran presión, con Estados Unidos en crisis institucional y Rusia imbuida en guerra, es posible que esta época de ‘vacas flacas’ sea profunda o duradera, pero nadie podrá decir que no se alertó de su llegada.  

Como otras anteriores, esta crisis puede servir también para emprender las transformaciones positivas que el país requiere. Las dificultades que atravesarán algunos de nuestros principales mercados —como Rusia y la Unión Europea—, invitan a priorizar acuerdos y profundizar el intercambio comercial en nuestro hemisferio. También podemos dar pasos importantes —reforma laboral y tributaria— para explotar nuestro eternamente subaprovechado mercado local.

El fortalecimiento del dólar, que resulta en importaciones más baratas, y la creciente movilidad humana también facilitarán la importación de tecnología y de conocimiento. Las reformas legales para atraer capitales, profesionales y expertos permitirán, además, un avance sustancial en la productividad; positivo proceso del que Ecuador se benefició en otras épocas de crisis mundiales.

Por su posición geográfica —lejos de las zonas de conflicto—, su moneda y la disponibilidad de recursos naturales vitales —suelo, agua, sin la demanda energética de un invierno fuerte, etc.—, Ecuador tiene una gran ventaja para salir bien librado. Empresarios y autoridades tendrán que aprovechar y movilizar sus recursos, o sufrirla como en el pasado.