El país tiene el desafío de conseguir que el Estado gaste solo hasta lo que den sus ingresos y tener tasas altas de crecimiento económico.
Con la renegociación de la deuda externa en bonos, Ecuador consiguió reducir el capital adeudado de $17.375 millones a $15.835 millones, ampliar los plazos por 10 años más y obtener menores tasas de interés.
Sin embargo, ese alivio podría ser solo momentáneo y los problemas de pago volverían con fuerza desde 2026, a menos de que se tomen medidas efectivas y consistentes para cortar el ciclo de constantes déficits fiscales y bajo crecimiento económico.
Dejar de gastar en lo innecesario
El primer paso es que el Estado llegue al llamado superávit primario, es decir, que los ingresos sean mayores que los gastos, excluyendo el pago de los intereses de las obligaciones vigentes.
A pesar de los casi $3.000 millones en recortes que, según Mauricio Pozo, ministro de Economía, se lograron en 2020 y se mantendrán en 2021, todavía tendremos saldo en rojo durante este año. Así, antes de destinar dinero al pago del servicio de la deuda pública, ya tendremos un déficit primario de $1.364 millones.
“Urge, a partir de 2022, cambiar el color del saldo rojo primario, anhelo sólo posible con mayores ingresos tributarios y un menor gasto público”, dijo Jaime Carrera, miembro del Observatorio de la Política Fiscal.
Sin crecimiento no hay sostenibilidad
En 2021, la presión de pago no es tan alta, porque la renegociación de los bonos estableció que la tasa de interés sea de 0,5%. Pero, el costo subirá a 2,2% en 2022, 5,8% en 2025, y se estabilizará en 6,9% desde 2026 hasta 2040.
La renegociación de bonos permitió bajar, en promedio, las tasas de interés de casi el 11% a un poco más del 6% | Si la economía no crece progresivamente en los próximos años, y a la par no se consigue el superávit primario, Carrera afirmó que será cada vez más real la posibilidad de volver a caer en una situación de default o cesación de pagos en 2026. |
“Si en el mediano plazo serán titánicos los esfuerzos para crecer por encima del 5% y mantener superávits primarios, una tasa de interés superior al 6% luce incompatible con las perspectivas económicas y fiscales del Ecuador”, aseveró. (JS)
¿Qué pasa si no pagamos?
Cuando se llega a un escenario de cesación de pagos, las consecuencias se generan en cascada:
-
Se cierran todas las puertas para obtener financiamiento externo, no solo para el Gobierno, sino también para empresas y el sistema financiero.
-
Se desincentiva la llegada de inversión, porque el país se ve como poco serio y propenso a cambiar las reglas del juego en cualquier momento.
-
Se afrontaría demandas y cobros forzosos, lo que puede incluir incautación de depósitos ecuatorianos en el exterior y hasta los pagos que se reciben por la exportación de petróleo.
No es el tamaño, sino la calidad de la deuda
La pandemia y la crisis obligaron a un aumento del gasto y el endeudamiento en la mayoría de los países del mundo. La diferencia con Ecuador, que tiene reputación de mal pagador y una economía en caída desde 2015, es que en la mayoría de los casos se consiguen préstamos con condiciones de pago mucho más favorables. Por ejemplo, la generalidad de países europeos puede sostener elevados niveles de deuda pública/PIB, debido a que el Banco Central Europeo ha anclado los tipos de interés en extremos inusualmente bajos, con base en su reputación y los mecanismos de control fiscal del bloque. Por otro lado, el rendimiento de la deuda pública de Japón es del 1 % desde hace una década; y otras economías como Dinamarca tienen tasas de interés negativas, menores que la inflación, lo cual produce la denominada represión financiera.
Así, el monto del endeudamiento no es lo más importante, sino las condiciones de pago y la capacidad de la economía para generar recursos y cumplir con compromisos.