Villavicencio, el temerario

Como presidente de la Comisión de Fiscalización, cumple su obligación que no gusta a los delincuentes acostumbrados a la impunidad y olvido de sus delitos, en lo que por 10 años llamaron ‘Comisión de Archivo’. Con ocasión del llamado a Pareja Yannuzzelli alias ‘Capaya’, a testificar en la Asamblea, como lo habría hecho hace 5 años si Lenin Moreno y Serrano cumplían con su compromiso de permitirle Colaboración Eficaz, Villavicencio pronunció una terrible sentencia: “Los únicos que conocen la verdadera trama de la corrupción, son los delincuentes que la edificaron” y justamente, uno de los principales delincuentes de la Gran Estructura Criminal Organizada fue precisamente ‘Capaya’.

Un exhaustivo organigrama entregó Capaya a Villavicencio, cumpliendo con su teoría de que solamente con la conjunción de todos los organismos del Estado, como Procuraduría, Contraloría, Fiscalía, ministerios de Hidrocarburos y Finanzas, Petroecuador, Petroamazonas y Comité de Deuda, se podía alcanzar semejantes éxitos; si uno de estos fallaba, todo el proceso fracasaba. La venta y preventa de petróleo y compra de derivados dio 5 mil millones de dólares a los facinerosos, la mayor parte bien conocidos.

Villavicencio destaca 4 delitos: 1.-Peré le ofrece 1 millón al flamante ministro Capaya y le pide número de cuenta. 2.- Fiscal Chiriboga recibe maleta con $300.000 de sobornos en el quinto piso del Swissotel. 3.- Galo Chiriboga le pide dinero a Capaya, para agasajar a fiscales de América Latina. 4.- La Empresa Girbra S.A de Alex Bravo, transfiere $400.000 a la empresa Tancro de Leonardo Bohrer Pons, cuñado de Jaime Nebot, para que compre casa. Denuncia complot entre correístas, socialcristianos y los primos Saquicela para destituirlo y comienzan castigándolo con 31 días sin sueldo. Irá a los EE.UU. a denunciar los delitos, porque allá sí funciona la justicia. Lo del Campo Singue no ha terminado, el delito existe, está ahí y presentaré la documentación. Si pierdo, mis amigos periodistas me darán una ‘chambita’. Después de ese día de terror, bien difícil está para los pillos correístas, desmentir a su viejo testaferro y socio del alma, “Capaya”.

Dr. Carlos Mosquera Benalcázar