El ritmo de vida actual y la indisciplina en algunos hábitos alimenticios son factores desencadenantes de una gama de enfermedades que, sin lugar a dudas, comprometen la salud y la calidad de vida de las personas.
Y es que llevar una dieta a base de comidas excesivas en grasa (alimento chatarra), dejar a un lado la actividad física, excederse en algunos vicios como el alcohol y el tabaco, son elementos que están al día en los ‘menús’ cotidianos.
Dichos aspectos afectan al organismo de manera imperdonable y provocan desajustes de salud, llevando al individuo a ser víctima, por ejemplo, de la obesidad, fenómeno que crece con intensidad en el mundo y que constituye el mayor peligro de padecer problemas cardiacos.
Además de este mal aparecen otros, como la hipertensión arterial, que necesitan del control médico oportuno para evitar consecuencias irreparables.
Estos y otros antecedentes relacionados se conjugan en una sola patología denominada el síndrome metabólico (SM), fenómeno contemporáneo que usted debe conocer.
Una constelación de enfermedades
El SM no se trata de una simple enfermedad, sino de un grupo de problemas de salud causados por la combinación de factores genéticos y factores asociados al estilo de vida, especialmente la sobrealimentación y la ausencia de actividad física. De forma que el exceso de grasa corporal (particularmente la abdominal) y la inactividad física favorecen el desarrollo de insulinorresistencia, pero algunos individuos están genéticamente predispuestos a padecerla.
El interés por este síndrome está dado fundamentalmente por su asociación con la disminución en la supervivencia debido, en particular, al incremento en la mortalidad cardiovascular, incremento significativo en el riesgo de diabetes, ataques cardíacos y enfermedad cerebrovascular.
En sí, el SM constituye el rechazo a la insulina, hormona producida por una glándula denominada páncreas. Esta ayuda a que los azúcares obtenidos a partir del alimento que se ingiere lleguen a las células del organismo para suministrar energía.
Obesidad, factor influyente
Según el especialista escosés Ian William Campbell, quien dio una entrevista a este Diario, el factor principal para padecer de SM, radica en la obesidad central. Se añade a la vez la diabetes tipo 2, hipertensión arterial, alto nivel de lípidos y bajo nivel de colesterol bueno (HDL). Esté último es muy importante; remueve de las paredes arteriales el contenido graso, mientras que el colesterol malo (LDL), inserta la grasa a nivel de la pared, elemento influyente que puede producir problemas cardiovasculares.
En muchos países, el SM se presenta con mayor incidencia que en otros: por ejemplo en Estados Unidos de América, los varones de 29 a 40 años, tienen una prevalencia del 25 por ciento. El síndrome metabólico incide de manera especial en naciones occidentalizadas, en donde existe la tendencia a una vida totalmente sedentaria y a dietas saturadas en grasas, comentó William Campbell.
El SM puede ser asintomático
“Esta situación se vuelve más complicada cuando la persona avanza en edad y se abandona el ejercicio. Influye el factor genético, ambiental y el estilo de vida en cada persona”, añadió Campbell .
Tome en cuenta que el SM puede ser asintomático, hasta que llega el primer ataque al corazón o derrame cerebral. Lo más importante, dice el especialista, radica en realizar controles médicos a nivel de glucosa en la sangre, presión arterial, colesterol, triglicéridos, entre los exámenes más importantes.
Al cumplir con esta rutina médica se podrán detectar anormalidades en estados tempranos, y por ende se realizarán tratamientos oportunos.
Riesgos
Factores
El Centro Nacional de Información de la Salud de la Mujer (NWHIC, siglas en inglés), dice que al tener por lo menos tres de los siguientes factores de riesgo pueden hacerlo un candidato al síndrome metabólico:
* Obesidad abdominal: medida de cintura ancha de más de 102 cm en el hombre, y más de 88 cm en la mujer.
* Alta presión arterial: 130/85 o más alta.
* Intolerancia glucosa: glucosa de 110 o más alta.
* Triglicéridos altos: 150 o más alto.
* Colesterol bueno (HDL) bajo.
La Asociación Americana del Corazón (AHA, siglas en inglés) indica que los científicos creen que el síndrome metabólico pudiera ser genérico. Sin embargo, la verdadera causa no se ha descubierto totalmente.
Prevención
Medidas
Según el doctor Ian William Campbell, las siguientes medidas pueden evitar que usted sea víctima del síndrome metabólico:
*El factor principal apunta a detener o evitar la obesidad. Actualmente este aspecto en los niños se está incrementando.
*Tratar los males lo más temprano posible.
*Realizar una adecuada rutina de ejercicios.
*Tener una buena dieta. Evitar comida con altos contenidos grasosos (comida chatarra).
*Evitar rotundamente el sedentarismo.
*No excederse en los vicios como el alcohol y el tabaco, y como mejor medida eliminarlos.
*En los jóvenes adultos, si se detecta la obesidad, se deben adoptar lo controles necesarios para impedir complicaciones en edad avanzada.
¿Qué es la insulina?
La insulina es una hormona que controla el nivel de azúcar —también llamada glucosa— en la sangre. Las personas con diabetes pueden no tener suficiente insulina o no ser capaces de usarla correctamente.
Por lo tanto, el azúcar se acumula en la sangre y fluye hacia la orina, saliendo del cuerpo sin que se haya usado. De esta manera, usted se ve privado de una importante fuente de energía.
El objetivo de recibir insulina es mantener su nivel de azúcar en la sangre lo máximo que sea posible dentro de límites normales para que usted pueda mantenerse saludable. Con el tiempo, los niveles altos de azúcar en sangre pueden provocar problemas de salud graves, como ceguera e insuficiencia renal.
Clínicamente la resistencia a la insulina (RI) se define como la incompetencia de una determinada concentración de insulina para conseguir el control de la glucosa. Es una anormalidad celular compleja que implica fundamentalmente al tejido adiposo, al hígado y al músculo esquelético. Además de la susceptibilidad genética precisa de la presencia de otros factores ambientales: obesidad central o abdominal, sedentarismo, dieta hipercalórica rica en grasas y carbohidratos, tabaquismo, entre otros.