Lasso depende del correísmo

El resultado electoral de Guillermo Lasso hasta hoy ha sido condicionado más por las decisiones de los otros actores políticos que por sus propias acciones, y esto ya le está pasando factura.

En un primer momento, Lasso dependió de Nebot, quien no presentó un candidato propio a la Presidencia, y de la alianza con el Partido Social Cristiano para poder resucitar políticamente, cuando su candidatura iba en picada; después dependió de la inscripción de Arauz, así como en estos días dependió de la postulación de Álvaro Noboa la cual, de haber sido aceptada, iba a sepultar sus aspiraciones.

Además, sigue dependiendo de la actuación del actual gobierno; asegura el candidato Juan Fernando Velasco que Lasso sería el candidato de Moreno.

Una candidatura muy frágil que tiene identidad, paradójicamente, gracias a la existencia del correísmo, pues el anticorreísmo resulta ser el único argumento electoralmente rentable que hoy tiene CREO.

Pero sigue sin tener una historia que contar ni la capacidad, a pesar de todos los recursos y de todo el tiempo que tuvieron para generar otro elemento indispensable para cualquier candidato: la confianza. Decir que va a generar trabajo es tan demagógico como hablar de un millón de viviendas.

Le queda este mes para convencer al electorado económica y socialmente y, lo que más le urge entender es sacudirse de la imagen de ser el candidato de Moreno, pues esto lo está hundiendo, inclusive, más que la percepción de que sigue siendo banquero.

Lasso hoy no pelea el primer lugar sino el segundo, con Yaku Pérez, quien en cambio tiene un mensaje propio y depende de sí mismo y de sus acciones.

Seguir ignorando estos aspectos tan básicos le va a costar una dura derrota, mientras que cambiar de libreto y narrativa es lo único que puede llevarlo a una segunda vuelta. Lasso tiene recursos materiales y políticos de sobra para poder afirmar y consolidar su candidatura, pero parece carecer de humildad para aterrizar y entender que no se gana porque entre pocos amigos se felicitan, reiterándose lo que saben, sino intentando descubrir lo que no saben y quieren ignorar a toda costa: las necesidades de la gente. Caso contrario seguirá dependiendo de los otros y del correísmo.