Buenos y malos candidatos

Se inicia la campaña electoral y los votantes no la tienen fácil. Como pocas veces en la historia del país, la vida pública de los candidatos y de los partidos políticos da mucho que hablar; la incongruencia de los mismos de siempre, unida a la farándula y el espectáculo son ejemplo de esta situación. La improvisación es evidente, en un proceso electoral que pone en duda la decisión de por quién votar para Presidente y Asambleístas.

Los más audaces buscan desesperadamente la posibilidad de reelegirse para dar continuidad a sus proyectos, sin haber rendido cuentas al pueblo ecuatoriano de su escabroso pasado político. La poca moral y las acciones vergonzosas de varios personajes-candidatos no ha tocado la razón de su desgastada personalidad. La conciencia de esta gente y sus partidos políticos están manchados de sangre, sudor y lágrimas del pueblo ecuatoriano, motivo suficiente para que sean castigados en las urnas.

Las alianzas entre movimientos políticos son una alternativa, pero nunca con partidos políticos y nefastos candidatos que han degenerado el sistema democrático, manchando el honor y la dignidad del país. Hay que preguntarse: ¿quiénes y porqué se repartieron comisiones y contratos fraudulentos?, ¿por qué no investigaron el desvío de los recursos públicos?, ¿por qué ocultaron a coidearios y amigos de los atracos cometidos al pueblo ecuatoriano?, ¿por qué se permitieron negociados en centros de salud donde murió tanta gente?

La patraña de las pasadas elecciones debe cambiar con un CNE probo, no se puede seguir confiando en improvisados. Las buenas y malas experiencias dejan lecciones, no se trata solo de elegir, hay que saber a quién y por qué elegimos. Hay gente que nunca más debe volver a ocupar un cargo público, debemos terminar con las campañas huecas, ¡basta ya de reciclar promesas!

Todo candidato debe poseer una hoja de vida limpia, estar intelectual y legalmente capacitado y tener propuestas concretas y realizables. Hay que sentar las bases para combatir la impunidad y la corrupción; hay que desterrar la paranoia política y sus corifeos. Salir del continuismo inoperante y sentar las bases para un nuevo Ecuador, es la meta.

Rodrigo Contero Peñafiel