Jueves: recuperar la alegría del servicio

Siempre me ha impresionado el Jueves Santo, es un día en el que se reflexiona sobre el servicio desinteresado a los demás, se reúnen todos los sacerdotes de la iglesia en torno a la misa crismal a renovar sus votos y en la noche se da la ceremonia en la que el sacerdote lava los pies a los miembros de su comunidad.

Desde pequeña me impactó como Jesús en todo el poder que tenía, siendo el hijo de Dios, el anunciado como el salvador del mundo dijo: “Yo no vine a que me sirvan, sino a servir” y que muestra más grande de servicio que haber dado su vida por su causa. En el contexto actual que estamos viviendo, se está entendiendo realmente el servicio en su real dimensión?, ésta humildad de agacharse a lavar los pies de los demás?¿Cuántos que conocemos que ostentan el poder en cualquier ámbito?, desde los mandatarios, políticos, pasando por los líderes, instituciones, servicio al cliente, incluso en las familias, ni siquiera son capaces de saludar, por el contrario quieren que se los adule, se les rinda pleitesía, se les sirva, cuando debería ser al contrario.

Cuándo se distorsionó el tema del servicio, cuándo nos dejamos llevar por la corriente y decidimos que el primer servicio es a la persona que llega al poder, a sus intereses y a la de su selecto grupo cercano. Sin ir más lejos, aquellos políticos que en campaña nos juran que será el servicio su norte, resulta que hacen de la corrupción su modo de vida.

Con todo lo que estamos viviendo con el COVID-19, estas reflexiones son más que nunca necesarias, hay que regresar los ojos al verdadero servicio, a ese que se da de manera desinteresada, que no tiene reparo en compartir más allá, que no se promociona, que nos humaniza. Bien dicen que, la alegría más grande no está en dar, sino en darme de manera desinteresada, sin cálculos, desde esa humildad que nos enseñó Jesús, el personaje más importante de nuestra historia.