No hay más alternativas

Alejandro Querejeta Barceló

El testimonio documentado de Carlos Pareja Yannuzzelli puso sobre la mesa muchas de las cosas que se sabían de lo que sucedió tras bambalinas en el sector petrolero, durante el largo régimen de Rafael Correa. De otras la opinión pública se enteró y tomó notas, y de algunas más supo de detalles de lo que sobre la trama de corrupción de entonces se conoció gracias a los procesos que se siguen en Estados Unidos.

Hoy por hoy no quedan muchas dudas sobre qué pasó exactamente. Para los seguidores de Correa va siendo engorroso, por no decir casi imposible, seguir sosteniendo sus teorías sobre una supuesta conspiración en su contra. Las acusaciones de Pareja dejan al protagonista o cabecilla de la trama en el oprobio que despierta su comportamiento a todas luces cobarde, por decir lo menos.

Otros exmandatarios, no tan notorios, afrontaron investigaciones, cárcel y juicios dando la cara. A algunos de ellos, Correa en sus célebres sabatinas hizo de todo por desprestigiarlos y destruirlos políticamente ante la historia. Unos están muertos y otros caminan tranquilamente por las calles, luego de probar ante los tribunales su inocencia. En esta amarga espera, ¿hallará alguna forma de lograr escapar?

¿Cobarde? ¿Falto de dignidad, de decencia? ¿Delincuente? El estatus de “sufriente” o, más exactamente, de “sintiente”, ya no le cuadra. Cualquiera con un mínimo de información y sentido común, con la capacidad para valorar, saber y querer ver, se da cuenta de lo que sucede. El calificativo que merece el expresidente de marras lo grabará con fuego la Historia.

Toda teoría de la conspiración siembra inevitablemente semillas de odio. Frente a la desinformación, las “noticias falsas” y los “hechos alternativos”, a veces la verdad permanece en las sombras. Hay algo más que preocupación, hay un creciente hartazgo. A quienes le dieron votos y simpatía les debe explicaciones, transparencia y, en particular, asumir responsabilidades.

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