Te pego por tu bien

RICARDO VIERA NAVARRETE

Es lo que Miguel dijo a Sara cada vez que la golpeó, por la camisa mal planchada, la sopa muy salada, la falda muy alta, la palabra impertinente. Es lo que Susana dijo a su hijo Mateo, cuando le hizo firmar el 5/10, cuando jugando fútbol rompió la ventana del vecino, cuando él seguía saltando y ella estaba muy cansada.

Te pego por tu bien, es una de las manifestaciones que sostienen el círculo de la violencia, es su justificación, aceptación, normalización y reproducción. En ella se sostienen doctrinas y sistemas que se desarrollan en la familia, la educación, el trabajo, y en la mayoría de espacios de relacionamiento humano. No solo tiene que ver con la agresión física, sino previamente con la amenaza e intimidación, con el dolor y el daño como medio de formación, con la descalificación para erradicar el discernimiento, con la culpa trasladada a la víctima, con el/la agresor/a constituido en salvador/a, con el miedo como prevención futura, con la obediencia irrestricta, el silencio entendido como prudencia, la sumisión como virtud. Tal es la perversión de la violencia que -en muchos casos- se la sufre, luego se impregna y hasta se la defiende cuando se la produce a otros.

La violencia nunca genera educación, autonomía, autoestima, no es una forma de amar, no soluciona los problemas, es la renuncia a la razón, la comprensión, la gestión de emociones, el buen trato. No existen excepciones, si las encuentra, ratifica lo descrito, ya que las justifica.

Con respeto a sus opiniones e ideología, lo invito a someter esta estructura a la situación actual del país, al “paro” y sus formas y, pregúntese, si la cerrazón, la intimidación, la destrucción, la agresión y las muertes, fueron realmente una solución o, fueron pura y dura violencia, si nos pegaron por nuestro bien. Claro está, me refiero a todos los partícipes.

RICARDO VIERA NAVARRETE

Es lo que Miguel dijo a Sara cada vez que la golpeó, por la camisa mal planchada, la sopa muy salada, la falda muy alta, la palabra impertinente. Es lo que Susana dijo a su hijo Mateo, cuando le hizo firmar el 5/10, cuando jugando fútbol rompió la ventana del vecino, cuando él seguía saltando y ella estaba muy cansada.

Te pego por tu bien, es una de las manifestaciones que sostienen el círculo de la violencia, es su justificación, aceptación, normalización y reproducción. En ella se sostienen doctrinas y sistemas que se desarrollan en la familia, la educación, el trabajo, y en la mayoría de espacios de relacionamiento humano. No solo tiene que ver con la agresión física, sino previamente con la amenaza e intimidación, con el dolor y el daño como medio de formación, con la descalificación para erradicar el discernimiento, con la culpa trasladada a la víctima, con el/la agresor/a constituido en salvador/a, con el miedo como prevención futura, con la obediencia irrestricta, el silencio entendido como prudencia, la sumisión como virtud. Tal es la perversión de la violencia que -en muchos casos- se la sufre, luego se impregna y hasta se la defiende cuando se la produce a otros.

La violencia nunca genera educación, autonomía, autoestima, no es una forma de amar, no soluciona los problemas, es la renuncia a la razón, la comprensión, la gestión de emociones, el buen trato. No existen excepciones, si las encuentra, ratifica lo descrito, ya que las justifica.

Con respeto a sus opiniones e ideología, lo invito a someter esta estructura a la situación actual del país, al “paro” y sus formas y, pregúntese, si la cerrazón, la intimidación, la destrucción, la agresión y las muertes, fueron realmente una solución o, fueron pura y dura violencia, si nos pegaron por nuestro bien. Claro está, me refiero a todos los partícipes.

RICARDO VIERA NAVARRETE

Es lo que Miguel dijo a Sara cada vez que la golpeó, por la camisa mal planchada, la sopa muy salada, la falda muy alta, la palabra impertinente. Es lo que Susana dijo a su hijo Mateo, cuando le hizo firmar el 5/10, cuando jugando fútbol rompió la ventana del vecino, cuando él seguía saltando y ella estaba muy cansada.

Te pego por tu bien, es una de las manifestaciones que sostienen el círculo de la violencia, es su justificación, aceptación, normalización y reproducción. En ella se sostienen doctrinas y sistemas que se desarrollan en la familia, la educación, el trabajo, y en la mayoría de espacios de relacionamiento humano. No solo tiene que ver con la agresión física, sino previamente con la amenaza e intimidación, con el dolor y el daño como medio de formación, con la descalificación para erradicar el discernimiento, con la culpa trasladada a la víctima, con el/la agresor/a constituido en salvador/a, con el miedo como prevención futura, con la obediencia irrestricta, el silencio entendido como prudencia, la sumisión como virtud. Tal es la perversión de la violencia que -en muchos casos- se la sufre, luego se impregna y hasta se la defiende cuando se la produce a otros.

La violencia nunca genera educación, autonomía, autoestima, no es una forma de amar, no soluciona los problemas, es la renuncia a la razón, la comprensión, la gestión de emociones, el buen trato. No existen excepciones, si las encuentra, ratifica lo descrito, ya que las justifica.

Con respeto a sus opiniones e ideología, lo invito a someter esta estructura a la situación actual del país, al “paro” y sus formas y, pregúntese, si la cerrazón, la intimidación, la destrucción, la agresión y las muertes, fueron realmente una solución o, fueron pura y dura violencia, si nos pegaron por nuestro bien. Claro está, me refiero a todos los partícipes.

RICARDO VIERA NAVARRETE

Es lo que Miguel dijo a Sara cada vez que la golpeó, por la camisa mal planchada, la sopa muy salada, la falda muy alta, la palabra impertinente. Es lo que Susana dijo a su hijo Mateo, cuando le hizo firmar el 5/10, cuando jugando fútbol rompió la ventana del vecino, cuando él seguía saltando y ella estaba muy cansada.

Te pego por tu bien, es una de las manifestaciones que sostienen el círculo de la violencia, es su justificación, aceptación, normalización y reproducción. En ella se sostienen doctrinas y sistemas que se desarrollan en la familia, la educación, el trabajo, y en la mayoría de espacios de relacionamiento humano. No solo tiene que ver con la agresión física, sino previamente con la amenaza e intimidación, con el dolor y el daño como medio de formación, con la descalificación para erradicar el discernimiento, con la culpa trasladada a la víctima, con el/la agresor/a constituido en salvador/a, con el miedo como prevención futura, con la obediencia irrestricta, el silencio entendido como prudencia, la sumisión como virtud. Tal es la perversión de la violencia que -en muchos casos- se la sufre, luego se impregna y hasta se la defiende cuando se la produce a otros.

La violencia nunca genera educación, autonomía, autoestima, no es una forma de amar, no soluciona los problemas, es la renuncia a la razón, la comprensión, la gestión de emociones, el buen trato. No existen excepciones, si las encuentra, ratifica lo descrito, ya que las justifica.

Con respeto a sus opiniones e ideología, lo invito a someter esta estructura a la situación actual del país, al “paro” y sus formas y, pregúntese, si la cerrazón, la intimidación, la destrucción, la agresión y las muertes, fueron realmente una solución o, fueron pura y dura violencia, si nos pegaron por nuestro bien. Claro está, me refiero a todos los partícipes.