Máscara de los ‘diablos’, con material reciclable

PROCESO. Marco Antonio Caillamara coloca pedazos de papel con engrudo para darle forma a la máscara.
PROCESO. Marco Antonio Caillamara coloca pedazos de papel con engrudo para darle forma a la máscara.

TUNGURAHUA

Con papel, cartón, engrudo y otros materiales reciclables se elaboran las máscaras que cientos de danzantes lucen en la Diablada Pillareña, festividad tradicional que se realiza desde el primero hasta el 6 de enero de todos los años.

El costo de este artículo puede variar entre los 40 hasta los 1.200 dólares, dependiendo del tamaño y el tiempo de fabricación.

Elaboración

El proceso para hacer una máscara inicia con un molde hecho de cemento, sobre el cual se colocan trozos de papel con engrudo o goma blanca.

Para Julio Moya, artesano de 29 años de la parroquia Marcos Espinel (Tungurahua), es importante que durante la elaboración salga el sol, pues así se seca la máscara más rápido y es posible continuar con los siguientes pasos.

Una vez que la estructura de la careta se haya secado y haya tomado una textura más fuerte, se procede a darle más detalles: se le incluyen cachos, dientes de cuy, conejo, entre otros complementos.

Julio lleva siete años elaborando caretas para los diablos de Píllaro junto con su hijo y su esposa… No tiene una cuenta exacta de cuántas máscaras ha elaborado, pero estima que son más de 2.000.

“Toda la familia mete mano en el taller, porque tenemos ese gusto de elaborar nuevos diseños, para que nuestros clientes queden satisfechos con nuestro trabajo”, refiere el fabricante.
Este artesano pillareño empezó con este negocio luego de sobrevivir a un accidente de tránsito en la vía La Joaquina en 2012, siniestro en el cual quedó inválido e imposibilitado de seguir danzando en la diablada, lo cual lo hacía desde niño.

“No podía dejar de ser parte de la tradición de mi cantón ni de mi parroquia, por eso decidí empezar con el taller de la elaboración de máscaras”, menciona. Agrega también que sus obras han llegado a varios países del mundo como Inglaterra y Estados Unidos.

Para solicitar una careta hecha por Julio Moya, se lo puede visitar en el barrio El Progreso, de la parroquia Marcos Espinel, o a través de la página de Facebook Arte y Tradición Junior.

En Píllaro existen alrededor de 15 artesanos dedicados a la elaboración de máscaras. A pesar de los años, muchos tienen aprendices interesados en tomar la posta de este negocio que guarda una gran tradición.

Aunque en la actualidad no se pueden usar cuernos de venado y otras especies animales que en la antigüedad eran un gran atractivo en la diablada pillareña, los encargados de hacer las máscaras han sustituido estos elementos con otros como el cartón, para evitar hacerle daño a la naturaleza.

Marco Antonio Caillamara es otro de los trabajadores pillareños que lleva 27 años en la fabricación de estos objetos. Tiene varias obras en las que trabaja y debe entregar en los próximos meses.

Esta labor la lleva a cabo en compañía de sus dos hijos menores, quienes también han mostrado gran interés en continuar con esta costumbre.

Marco aprendió este oficio en un fin de año, durante su juventud. Esos primeros conocimientos y experiencias le sirvieron como base para la labor que efectúa hoy en día. “Mis máscaras son más contemporáneas porque salen un poco de lo tradicional, incluyo rasgos más humanos y detallados”, indica.

Los cuernos de borrego, vaca y toro que se utilizan para las caretas las consigue en Riobamba, ya que en Píllaro es muy difícil comprarlos. Un costal mediano lleno de este material puede llegar a costar hasta 120 dólares. (RMC)