Una mala medida

La supresión de los Centros de Medicina Preventiva en Quito, que atendieron a más de un millón de personas, es una medida perjudicial, especialmente para quienes carecen de los medios económicos para diagnósticos en medicina privada. Los políticos ecuatorianos cuando suben al poder rechazan lo bueno que han hecho sus antecesores. No se libran de esta maldición que no contribuye al progreso del país. Si el alcalde Yunda quiere mejorar la salud de los quiteños, no debería impedir que personas pobres vigilen sus signos vitales y orienten sus dolencias a los centros curativos, ahorrando dinero y ganando en rapidez curativa.

Enrique Guerrero Barba
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