Historias de animales víctimas de maltratos en Guayllabamba

FELINOS. En el zoológico, un jaguar se camufla con el ambiente de su hábitat mientras descansa o deambula.
FELINOS. En el zoológico, un jaguar se camufla con el ambiente de su hábitat mientras descansa o deambula.
BELLEZA. Mariposas de más de cinco especies diferentes se pueden contemplar en este lugar.
BELLEZA. Mariposas de más de cinco especies diferentes se pueden contemplar en este lugar.
AVES. Los tucanes viven en medio del público que los visita en el aviario.
AVES. Los tucanes viven en medio del público que los visita en el aviario.
TIGRILLO. Este felino también logró encontrar un hogar en Guayllabamba.
TIGRILLO. Este felino también logró encontrar un hogar en Guayllabamba.
PRIMATES. Los monos juguetean mientras ven a los visitantes.
PRIMATES. Los monos juguetean mientras ven a los visitantes.

Entrar al Zoológico de Guayllabamba, en Quito, es meterse a un mundo diferente. Los sonidos de las aves impactan en ciertas zonas, mientras a lo lejos puede escucharse el rugir de los leones. Todo se mezcla. Los animales tienen un pequeño hogar allí, más pequeño que en estado natural.

Una de las preguntas que puede venir a la mente cuando uno entra es: ¿de dónde han salido cada uno de los animales? ¿Cómo es que han pasado de su ambiente natural a un hábitat simulado que los mantiene, hasta cierto punto, cómodos?

Personal del zoo responde a estas interrogantes. El 95% de sus habitantes son rescatados de intentos de tráfico, venta ilegal e incluso de maltrato en casas donde se los tenía como mascotas. Más que un zoológico se autodescribe como un centro de rescate de vida silvestre.

“Trabajamos directamente con la Policía del Ambiente, quienes traen a los animales que han sido rescatados de lugares donde los vendían o los criaban como mascotas”, explica Martín Bustamante, director del sitio.

Cuando esto ocurre, los animales recién llegados entran en una exhaustiva revisión médica y posteriormente se los pone en cuarentena.

“Se examina su situación actual para saber si son aptos para ser liberados en su hábitat natural. Si sus relaciones previas con seres humanos los han afectado, se analiza si son aptos para entrar en un sistema arduo de rehabilitación para liberarlos o, en último de los casos, se les da un hogar en el zoológico”, explica.

Historias
En los diferentes hábitats se pueden encontrar animales de todas las regiones del país. Solo dos de los habitantes del zoo son exóticos: los leones y un avestruz. Cada uno de ellos tiene una historia que contar; antes de llegar a su nuevo hogar.

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animales rescatados, aproximadamente, recibió el zoológico en 2018. ‘Suru’, por ejemplo, uno de los osos de anteojos que vive en este lugar, fue hallado en una casa donde lo criaban como mascota. Su comida diaria consistía en pan, leche de vaca, galletas y otros productos que no son adecuados, se alejan de su dieta habitual. Hace 16 años fue rescatado por Policía de Ambiente en malas condiciones, causadas por la falta de espacio y la mala alimentación que se le administraba. “Él fue separado de su madre y criado desde cachorro en esa casa”, explica Bustamante.

Una vez atendida su situación, se le dio un hogar en Guayllabamba. Hoy, él convive a diario con ‘Pablo’, su compañero. Este tipo de casos se repite con un ‘cabeza de mate’, un pequeño mamífero nativo de la costa y la Amazonía ecuatoriana. Fue decomisado por Policía del Ambiente en Conocoto, en 2016. Allí se lo críaba como animal de compañía.

Félix Usiña, uno de los guías del zoológico, explica que esto generaba peligro, tanto para los ‘dueños’ como para las personas que se le acercaban, pues es un animal, si bien no muy agresivo, que puede hacer daño con sus garras. “En su estado natural mata hasta monos”.

Más casos
Los relatos coinciden en muchos de los habitantes del zoológico. Otro ejemplo es el caso de ‘Loli’, un olinguito que fue sacado de su estado natural muy pequeño. Al llegar al zoo Heidi, cuidadora en jefe de los animales, se convirtió en su nodriza. La amamantaba con fórmulas especiales tres veces en la noche, pues son animales nocturnos. Este ejemplar se descubrió hace pocos años en el país. Antes de su estudio se los confundía con cusumbos, miembro de la misma especie.

“Cuando se halló por primera vez esta especie, nuestro deseo fue que nunca llegue una al zoológico. Pocos meses después, tristemente, llegó ‘Loli’. Y posteriormente ‘Clarisa’. Son las dos olinguitas que viven aquí”, cuenta Bustamante. (ECV)